(God and His Demons)
Sobre el autor:
Dr. Michael Parenti
El Dr. Michael Parenti, nació en Nueva York en 1933. Es conferencista, escritor, historiador e intelectual dedicado al análisis, estudio y crítica de las políticas de su gobierno, la complicidad de los medios de comunicación y las jerarquías religiosas de todos los signos.
Cuenta con un doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de Yale y ha sido profesor en
diversas universidades norteamericanas. Ha publicado alrededor de 20 libros entre los que se encuentran Dios y sus demonios (God and His Demons), El asesinato de Julio César (The Assassination of Julius Caesar), El rostro del Imperialismo (The Face of Imperialism), entre otros, además de la publicación de más de 250 artículos.
El Dr. Parenti es ampliamente conocido por sus conferencias sobre el capitalismo y los desastres generados por este sistema que, como él expresa, se devora a sí mismo"sin permitir la creación de sociedades prósperas.
Traducción: Patricia Barba Ávila Julio, 2016
PARTE I
Todo está en la Biblia
Capítulo 1
Desde el cielo
No me siento obligado a creer en el mismo Dios que nos dotó de razón e intelecto y espera que no los utilicemos. 'Galileo Galilei'
Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han buscado consuelo y refugio de los golpes e infortunios de la existencia y de las brutales incertidumbres de un Universo a todas luces indiferente. Profundamente conscientes de su vulnerabilidad ante enfermedades y catástrofes naturales y frecuentemente victimizados de manera cruel por otros humanos, han suplicado protección y alivio a sus dioses, implorándoles venganza contra sus enemigos.
Incluso aquellos que viven con cierto grado de confort y seguridad enfrentan la muerte inevitable. Independientemente de cómo se desempeñen en la Tierra, cualesquiera que sean los monumentos que construyan para su propio engrandecimiento, su destino último es la perpetua inexistencia –un prospecto intolerable para la mayoría y, por lo mismo, prefieren creer en la reencarnación sempiterna en este mundo o inventarse dioses que les abrirán la puerta a la vida eterna, a un estado de felicidad ininterrumpida tan ausente en nuestra terrenal existencia.
Aunado al miedo a la muerte, está el miedo a la vida. Para los que habitan el presente y los que vivieron en épocas primitivas, el mundo ha estado plagado por fuerzas impredecibles que nos superan y abruman. Muchas de ellas son percibidas como la expresión de la voluntad de deidades (o una sola deidad) que requieren ser veneradas con ofrendas y sacrificios.
Lo anterior no significa que la experiencia religiosa en su totalidad consista en este tipo de afanes para complacer a los dioses. Existen otras razones por las que la gente ha dirigido la mirada hacia las alturas. Nuestra inteligencia nos compele a ponderar la naturaleza de la existencia cósmica; a admirarnos ante el milagro de la vida y las innumerables maravillas del universo. Y tratándose de interrogantes sobre cosmología, la física empieza a sonar como metafísica, pues los misterios que confrontamos fueron en algún tiempo, materia exclusiva de la religión. ¿El Universo tuvo un comienzo? ¿De dónde provino? ¿Cuál es su destino final? ¿Cuál es nuestra relación con él? ¿Existe en él algún propósito o intención?
El más grande de los científicos, Albert Einstein, fue uno de los que examinó estos imponderables, diciéndonos: “Intenten penetrar, con nuestros limitados recursos, los secretos de la Naturaleza y descubrirán que detrás de todas las leyes y conexiones que podemos entender, todavía queda algo sutil, intangible e inexplicable. La veneración por esta fuerza que está detrás de todo aquello que podemos comprender, es mi religión”. Otro gran gigante de la Física, Stephen Hawking, hace uso de terminología religiosa al escribir sobre sus empeños científicos, al titular su libro sobre matemáticas, Dios creó los números enteros.2
Tal vez el gran filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel tenía razón cuando expresó: en el inicio sólo existía el espíritu del mundo, el Weltergeist, dando lugar a una creación inconsciente y generando energía cósmica que eventualmente se transformó en materia y de ahí evolucionó en materia consciente, en vida y, a partir de ésta surgieron seres con conciencia de sí, es decir, con la habilidad para reflexionar sobre su propia naturaleza en una forma altamente compleja y abstracta que, hasta donde sabemos, es la característica distintiva de los seres humanos. ¡Qué cosa tan extraordinaria es el Universo que dio lugar a seres que se ocuparían de este proceso de autoconciencia y realización de su propia existencia; un universo que creó una parte de sí para estudiar el resto de sí mismo. Tal como dijo Hegel: “Es la naturaleza del Geist (espíritu) el convertirse en el objeto de sí mismo”3
Para la mayoría de los filósofos materialistas, las preguntas sobre la existencia del mundo espiritual carecen de valor, siendo parte de una serie de cuestiones sin respuesta. Para los creyentes de alguna religión, los misterios son evidentes y percibidos como manifestaciones de las maravillas de su dios (o dioses). Lo cierto es que a lo largo de los siglos, los seres humanos han creado numerosas deidades masculinas y femeninas, muchas de las cuales han quedado relegadas al olvido junto con las sociedades que las inventaron.
En el teísmo occidental prevalecen dos tradiciones básicas: está el dios totalmente racional, inmutable y cósmico, impersonal y sin demandas deliberadas; una pura fuerza creativa con un diseño evolutivo: el espíritu de Hegel. Por otra parte, existe el dios judeo-cristiano: “Dios Nuestro Señor”, también conocido como Yahvéh o Jehová, junto con otras deidades personales que actúan directa y antropomórficamente sobre la historia, con manifestaciones de amor, celos, favoritismo y furia condenatoria.
En nuestra cultura, es la segunda concepción de “dios” la que tiene el mayor número de seguidores, apuntalado por regimientos de fundamentalistas conservadores que invocan imágenes de “Él” –nunca de “Ella” o “Eso”—como el Patriarca Todopoderoso y Protector, Vencedor de Guerras, Castigador del pecado, y Divino dispensador de recompensas a aquellos que lo adoran. Es este dios y sus intolerantes y furiosos proselitistas, junto con sus corruptos y crueles simpatizantes, el objeto de mis comentarios y críticas en las páginas que siguen (lo que no implica que todos los creyentes sean corruptos y malvados).
En búsqueda del sagrado secularismo
Este libro no es el trabajo de un ateo militante empeñado en despojar a los fieles de sus creencias, algunas de ellas reconfortantes y otras, terroríficas. Hay muchos creyentes que se adhieren a un dios clemente y justo, que pone sus preceptos al servicio de la justicia social, la paz y la democracia. Tal como sucede con los progresistas seglares, los progresistas religiosos se oponen a la explotación y abuso de poder infligido a grandes mayorías por parte de los pocos privilegiados en muchas regiones del planeta. Tampoco tratan de imponer sus convicciones al resto de nosotros; en su lugar, se muestran tolerantes con todos los que no tenemos ni la inclinación ni el talento por lo sobrenatural. Estos creyentes podrían encontrar muchos puntos de acuerdo con lo que expreso en las siguientes páginas. En cualquier caso, no son ellos contra los que manifiesto mis objeciones.
En realidad no me importa que la gente crea en un dios u otro o de plano en ninguno. Lo que me parece de mayor interés es saber qué tan decentes pueden ser y qué tan comprometidos pueden estar hacia la justicia social, la igualdad, las libertades personales y el respeto por la naturaleza. Aún así, sus creencias religiosas no deberían ser del todo indiferentes a nosotros, especialmente cuando están vinculadas a agendas políticas reaccionarias. Aquellos que intentan imponer sus credos autocráticos a toda la sociedad utilizando la ley, se transforman en enemigos de la libertad y en un peligro para los esfuerzos de formar una sociedad abierta y progresista. En estos momentos, la amenaza teocrática aparece más activa y amenazante que nunca. Los que estamos comprometidos con los valores de la democracia secular, tendríamos que sentirnos muy alarmados por las proclividades totalitarias manifestadas por los fanáticos religiosos de todos los credos.
Empecé a escribir este libro hace años, en respuesta a las fuerzas religiosas intolerantes que empezaron a surgir en los Estados Unidos y otras partes del mundo. El proyecto lo relegué varias veces debido a otros compromisos editoriales. Desafortunadamente, los problemas que aquí abordo son tan urgentes hoy como lo eran cuando me ocupé de ellos por primera vez –o quizá aún más.
Nací en la ciudad de Nueva York, en el seno de una familia ítalo-americana de bajos recursos que me educó dentro de la fe católica romana. De niño fui acólito –por cierto, nunca molestado sexualmente- y, hubo un momento en que contemplé la posibilidad de ser sacerdote, más que nada porque asumí, inocentemente, que los curas tenían asegurado su pase al paraíso y nunca tendrían que sufrir el eterno fuego del infierno. Dejé la iglesia alrededor de los 15 años, sin sentirme impactado por el cielo y sus dioses; me fui alejando sin grandes aspavientos con la certeza de que jamás pasaría la eternidad jugando con ángeles o siento atormentado por malvados demonios. Simplemente ya no me era posible creer en todos esos escenarios impuestos por un dios a quien, como celoso vigilante, le molestaba que yo cometiera algún acto indebido.
Años después, empecé a adentrarme en temas religiosos de la misma forma en que se estudia cualquier mitología o sistema de creencias: con escepticismo e incredulidad. Es decir, no es necesario militar en una religión para reflexionar y razonar sobre ella. Uno puede inmiscuirse en varias teologías, analizándolas, ponderando sus fantasiosos escritos y propósitos. Con un creciente interés en historia y ciencias sociales, me empeñé en evaluar el enorme impacto de la religión en la sociedad y cómo ha sido utilizada repetidamente como instrumento de control social.
En aquellos días también medité sobre si el universo podría albergar secretos y significados de naturaleza transcendente, ofreciendo un escape a los confines del ego encapsulado por la carne; una experiencia mística del Gran Inefable que algunas personas llaman “dios”. Incluso en estos días, algunas veces reflexiono y me sorprendo ponderando lo celestial y místico: ¿Acaso estos ocasionales sentimientos de misticismo provienen de una fuente cósmica o sobrenatural? Realmente lo dudo y me siento más inclinado a pensar que la “experiencia espiritual” se origina mucho más cerca de nosotros, en nuestro interior, autoinducida, aun cuando otros prefieran creer que se trata de algo muy lejano, de naturaleza superior y externa.
Aun así, todo este asunto no está del todo concluido en mi mente. En relación con lo que se conoce como el “mundo espiritual”, me considero agnóstico sobre algunas cosas e incrédulo sobre todo lo demás. Lo que sí creo es que detrás de las energías térmica, solar, gravitacional, nuclear y otras que conocemos, pueden existir formas de ellas que están sujetas, de manera extraordinaria, a leyes de la naturaleza que todavía no entendemos o ni siquiera imaginamos. Estos pensamientos de duda y escepticismo no deberían despertar las reacciones furiosas de nadie, excepto tal vez, de los religiosos y científicos más ortodoxos.
¡Sálvanos, oh Señor, de nuestros salvadores!
En relación con las religiones institucionalizadas, es imposible evitar la incredulidad y estupefacción que nos asaltan al enfrentarnos a ciertas narrativas, algunas de las cuales son el objeto de los siguientes capítulos de este libro. Siendo tan terribles como son, estas inverosímiles historias no se comparan con las monstruosidades de las prácticas –o malas prácticas- de las instituciones religiosas: las mentiras, las hipocresías, y los abusos criminales perpetrados por los que ostentan una pomposa beatitud y pretendida pureza; el despliegue de una vacua “espiritualidad” que sirve de pantalla para una codicia rampante; el interminable parloteo sobre un dios amoroso por parte de personajes incapaces de sentir amor; la despiadada explotación de poblaciones empobrecidas; la complicidad con las élites privilegiadas y el fanatismo descarado e intolerancia homicida hacia personas de diferentes credos religiosos o aquéllas que no poseemos ninguno.
Qué ironía que muchos religiosos que, presumiblemente son mejores gracias a los dictados misericordiosos de su dios, sean capaces de manifestar una furia mortífera hacia gente de distintas convicciones. Es imposible separar una creencia de todo aquello que se perpetra en su nombre. Es decir, una religión puede profesar los conceptos más elevados pero si también cuenta con prosélitos que asesinan a no creyentes o que se regocijan con la muerte de los que no practican ninguna fe, esto indudablemente afecta nuestra percepción de dicha doctrina. En suma, la religión es lo que sus seguidores hacen de ella. Porque frecuentemente escuchamos que no podemos rechazar una doctrina perfecta sólo por los errores de sus imperfectos adherentes…pero ¿de qué otra forma podemos ponderar el valor de un sistema de creencias si no es con el comportamiento de sus clérigos y practicantes?
Es muy difícil aceptar lo sagrado cuando éste se encuentra manchado por lo profano, cuando escuchamos las vociferaciones de los más viles espíritus resoplando desdén y odio en lugar de misericordia y amor. Como alguien alguna vez expresó: “No es con Dios con el que tengo problema, sino con su club de fans”. Porque los fanáticos infectan a sus dioses con sus propios atributos patológicos, de manera que los propios dioses se convierten en parte del problema.
Examinada a la luz de la historia actual, la religión ha demostrado ser más una toxina que un tónico. Una crónica de todas las crueldades y crímenes cometidos en su nombre podría llenar más volúmenes de los que tengo capacidad de manejar, por lo que lo que aquí se menciona es necesariamente selectivo. Lo que presentamos en este libro es una crítica dirigida no sólo a las creencias sino también a las prácticas de las religiones institucionalizadas, exhibiendo la cara más deteriorada de la fe y permitiéndonos comprender las terribles injusticias perpetradas en el nombre de uno u otro dios. Aunque, para ser justos, hay que reconocer que, por supuesto, las malas acciones no son exclusivas de los hipócritas religiosos, sin embargo, como veremos más adelante, sí son responsables de una buena parte de ellas.
Capítulo 2
El Gran Exterminador
Llevo leída hasta la mitad del Génesis y me siento horrorizado por el vergonzoso comportamiento de todos los personajes involucrados, incluyendo a Dios. 'J.R. Ackerley'
La “vieja religión” de nuestros padres persiste aún en nuestros días y está teniendo un enorme impacto en la vida política en países como los Estados Unidos. De acuerdo con encuestas de opinión, una gran mayoría de norteamericanos cree en Dios y un considerable número de ellos también piensa que el diablo existe como un ser real y tangible. Y si bien es cierto que la cantidad de miembros de las tres religiones mayoritarias ha decrecido dramáticamente en los últimos treinta años, un creciente sector de creyentes se ha ido adhiriendo a grupos de tele-evangelistas y sectas fundamentalistas. Aunque muchos de los seguidores perciben ingresos modestos, una considerable parte de ellos son activistas devotos en “apoyo de sus valores” y en detrimento de sus bolsillos, canalizando sus donativos a líderes del ala conservadora que proclaman estar reincorporando a Dios a la vida pública mientras que, en realidad, favorecen sólo a los supermillonarios con exenciones de impuestos y grandes subsidios.1
Los taquígrafos de Dios
¿Qué significa cuando la gente dice que “cree en Dios”? En países como los Estados Unidos se puede concluir que lo que tienen en mente es al dios judeocristiano, la deidad más venerada en las sociedades occidentales. Su fuente de estudio es, por excelencia, la Sagrada Biblia o, como otros suelen llamarla, “el Buen Libro”. Hay quienes argumentan que la Biblia no debe ser interpretada literalmente. Hace más de un siglo, Samuel Butler comentaba con desdén sobre “aquéllos tiempos en que el Antiguo Testamento se tomaba al pié de la letra, como si saliera de la propia boca de Dios”2 Pues bien, esta misma credulidad prevalece en nuestros días, con millones de fieles que continúan afirmando que la Biblia es producto de inspiración divina –incluso, de redacción divina. Después de haber vivido durante 30 años dentro del Círculo Bíblico, Gene Lyons expresó que el cristianismo fundamentalista está tan vivo como siempre, firme en su postura sobre “la exactitud histórica y científica de cada sílaba de la Biblia”3 El tele-evangelista Jerry Falwell por supuesto que concuerda, añadiendo que “la Biblia es la palabra infalible e inequívoca de Dios. No hay errores en la Biblia”4
Aceptando sin conceder que Dios no cometería errores al momento de dictar sus preceptos, los seres humanos sí se equivocan al tomar su dictado. Es decir, forman distintas interpretaciones sobre lo que se les murmura al oído, o se les manifiesta en aquellos momentos de profunda contemplación, o les es revelado a través de truenos y relámpagos en la cima de una montaña, o en la soledad del desierto. Y lo que es peor, a lo largo de años y siglos, sus escritos han sufrido mutilaciones e inserciones por parte de un sinnúmero de escribas. Pasajes desagradables u ofensivos, por ejemplo, son descartados como “apócrifos” y absolutamente ajenos a la inspiración divina. Incluso aquellos considerados como sagrados han sido subsecuentemente sujetos a dudosas reconstrucciones o transcripciones erróneas.
Entonces ¿qué sentido tiene proclamar que el texto original fue producto de inspiración divina, si no contamos con él? Todo lo que tenemos son copias pletóricas de errores que son copias de copias de copias…frecuentemente producidas con siglos de distancia y muy diferentes entre ellas en cuanto a decenas de pasajes transcritos, la mayoría de las veces, de manera equivocada por escribas que cometieron errores no intencionales, debido a las ambigüedades y abreviaciones en las inscripciones, además del deterioro del material en que fueron asentados. En ocasiones, con el fin de aclarar algún punto o suprimir un pasaje teológicamente inaceptable, imponían modificaciones de manera deliberada.5
Tal como lo plantea el erudito bíblico Bart Ehrman, ¿cómo pueden todas estas palabras ser literal y absolutamente verdaderas, divinamente inspiradas cuando de hecho, se contradicen unas a otras? “En realidad, no hubiese sido más complicado para Dios el preservar las Escrituras originales que el inspirarlas o dictarlas” subraya Ehrman. Si Dios quería que su gente conociera su divino mensaje, hubiese sido mucho mejor entregárselos directamente y de manera duradera y confiable y, tal vez “en un idioma que pudiesen entender, en lugar de sólo el griego y el hebreo”6
Y, hablando de idiomas, la Biblia está ya disponible en cientos de diferentes lenguas, con un sinnúmero de variaciones y ambigüedades propias de dichas traducciones. Tan sólo en inglés, un idioma que no existía cuando Dios dictó su palabra a los profetas, existen innumerables versiones bíblicas. Por ejemplo, siguen publicándose nuevas traducciones de la Biblia judeocristiana, de las cuales cada quien puede derivar inferencias adaptadas y a la medida. Todas estas ediciones han sido generadas por simples mortales de nuestros días, tomando como base textos en griego, latín, hebreo e inglés que se contradicen notoriamente. Si los escritos bíblicos son literalmente verdaderos, como afirma la alta jerarquía, volvemos a preguntar: ¿a cuál de ellos se refieren?
En el presente libro me ocupo solamente de la versión del Rey Jacobo, pues, ciertamente, ha enriquecido nuestro idioma y es la más ampliamente utilizada por los protestantes ingleses. Cuando los pastores pentecostales y los fundamentalistas de la actualidad hablan sobre la Biblia, se refieren, de hecho, a esta versión.
No es mi intención mantener aquí las controversias usuales entre las interpretaciones alegóricas y las literales. En este capítulo y los dos que siguen, el tratamiento que doy a la Biblia del Rey Jacobo es exactamente el mismo que le atribuyen los fundamentalistas adoradores de Jesús, es decir, como el documento fundacional del credo judeo-cristiano y no como una alegoría sino bajo sus mismos términos: como la revelación literal y divina, que es la forma como la aceptan millones de creyentes en el mundo. No obstante, muchos de los eventos inverosímiles y absurdos narrados en la Biblia, como la creación de Eva de la costilla de Adán, o la semana que pasó Jonás dentro del vientre de una ballena, o cómo Josué prolongó la duración del día al hacer que el sol –no la Tierra- se detuviera, o cómo el Gran Jefe desde los cielos, le hizo entrega personal a Moisés de las tablas con los diez mandamientos, o cómo Elías fue elevado al cielo por un torbellino, entre otros.
Lo que realmente nos interesa aquí son las cuestiones de fondo: ¿qué es lo que la Biblia nos dice del dios que mucha gente venera? ¿Cuáles son los valores sociales, morales y políticos que este dios representa en palabras y hechos?
El Todopoderoso no es ningún perfeccionista
Alejandro Dumas llegó a comentar que si Dios hubiera tenido que vivir en la miseria que muchos seres humanos padecen, se hubiera suicidado. Ciertamente ¿por qué motivo una supuestamente justa y amorosa deidad habría creado un mundo tan cruel? Sólo hay que pensar en todo el sufrimiento, muerte y desastres naturales que nos rodean…y preguntarnos ¿por qué los seres humanos, la “máxima creación” de Yahveh, son capaces de los actos más deleznables?
Los religiosos argumentan que los mismos humanos son culpables pues por su propia voluntad deciden cometer esos actos malvados…pero, si han sido creados por Dios, acaso no es él mismo el responsable de lo que creó? ¿Por qué una deidad omnipotente y del todo perfecta pensaría en concebir criaturas tan imperfectas, capaces de comportarse de maneras tan infames? Y sabiendo de lo terriblemente defectuoso de sus seres, por qué dotarlos de libre albedrío para poder causar sufrimiento a los demás? Con esto no quiero decir que toda la gente sea malvada, pero ciertamente hay un número más que suficiente que comete actos atroces: asesinos, torturadores, violadores, ladrones, explotadores, guerreristas, opresores y esclavistas, muchos de quienes, por cierto, tienen una excelente opinión de lo que hacen.
De manera que el dios judeocristiano diseñó una criatura bípeda dotada con el potencial para perpetrar todo tipo de fechorías; un ser que depreda a sus congéneres y otros animales, sin importarle la miseria que causa. Y, de hecho, el sufrimiento ocasionado es, muchas de las veces, parte de la gratificación. En suma, esta deidad omnipotente y perfecta no es ninguna perfeccionista, pues podría haberse desempeñado mucho mejor si en lugar de seis días, se hubiese tomado más tiempo para formar el Universo…bien podríamos decir que Dios es un incompetente.
Siendo omnisciente, Dios sabe todo lo que ha sucedido y está por suceder. No tiene que esperar para ver lo que ocurre en el futuro; él sabe absolutamente todo los hechos acaecidos a lo largo del tiempo. De manera que, cuando creó a los seres humanos debió haber estado perfectamente consciente de los crímenes y horrores que cometerían, frecuentemente en su nombre. Tal como lo expresara Bertrand Russell, antes de que Dios creara el mundo, tuvo que saber del dolor y la miseria que lo plagarían; por lo tanto, él es el responsable de todo”.8
¿Estoy siendo demasiado duro con el Todopoderoso? No lo creo. Si reparamos en la Biblia, descubriremos que el propio Yahvé se dio cuenta de que el mundo que creó es un trabajo impresentable y, horrorizado por la prevalencia de la maldad entre los seres humanos, apenas diez generaciones después, se arrepintió de su creación “…y sintió dolor en su corazón”.9 Todo esto nos indica que ni es omnipotente ni tampoco omnisciente. De modo que Yahvé, el dios de la Biblia, con la intención de empezar de cero, destruyó a todos los habitantes de la Tierra y todos los animales y otras criaturas inocentes, enviándoles el diluvio y permitiendo que sólo Noé y su familia sobrevivieran, por haber sido “dignos y justos a los ojos del Señor”.
La Biblia no explica qué tenían de excepcional Noé y su familia para merecer sobrevivir y repoblar el mundo. Con toda seguridad había otras personas decentes en el planeta, incluyendo los bebés sin culpa y también algunos adultos inocentes. ¿Por qué, entonces, decidió exterminarlos a todos indiscriminadamente? ¿Y por qué aniquiló a millones de animales, permitiendo sólo que una pareja de cada especie ingresara al arca? Más aún, habiendo echado a perder la creación, Yahvé empeoró las cosas con el diluvio, al que bien podríamos calificar como “El Gran Exterminio”.
Otro polémico asunto apenas mencionado por los fieles, plantea lo siguiente: si Noé y su virtuosa familia fueron los únicos humanos en sobrevivir al diluvio, significa que tuvieron que incurrir en relaciones incestuosas con el fin de repoblar la Tierra. Y aquí tenemos otra vez una reserva genética casi tan limitada como la existente en el Jardín del Edén y, tal vez, a causa de esta endogamia, es que los descendientes de Noé no resultaron mejores que los de Adán y Eva.
Existe algo aún más delicado sobre el dios judeo-cristiano que casi siempre pasa inadvertido: no sólo creó un mundo lleno de catástrofes naturales y gente capaz de abominaciones horrendas, sino que él mismo no es ajeno a exterminios en masa…Y todo esto narrado con todo detalle en la propia Sagrada Biblia.
El Todopoderoso asesino en serie
De las innumerables guerras y masacres inspiradas por Dios nuestro Señor, sólo ofreceré algunos ejemplos. Sin duda, el diluvio bien podría considerarse como el exterminio masivo más horripilante registrado en cualquier narrativa, religión o mitología. Y todo parece indicar que esta aniquilación tuvo un efecto perturbador en el propio Yahvé, pues después de que las aguas retrocedieron y vio lo que había ocasionado, decidió entrar en un pacto con Noé y toda criatura contenida en el arca, prometiéndoles nunca más destruir la tierra con diluvios, aunque no mencionó una sola palabra sobre lluvias de fuego, terremotos, o plagas.10
De hecho, algunas generaciones después, el Señor empleó una de estas “omisiones” en su siguiente acto de asesinato en masa, enviando una lluvia de fuego sobre Sodoma y Gomorra que mató a todos los humanos inocentes de ambas ciudades simplemente porque no le pareció su estilo de vida.11 El exterminio masivo es uno de los pasatiempos favoritos de Yahvé, al aniquilar a más de 50,000 hombres inocentes de Bethschemesh porque algunos se atrevieron a mirar el interior de un receptáculo sagrado del Señor12 Otros ataques de Yahvé consistieron en el derrumbe de ciudades, muros y palacios mediante misiles de fuego provenientes del cielo. En una ocasión, el ángel del Señor aniquiló a 185,000 hombres: “…a la mañana siguiente, mirad…todos eran sólo cadáveres!”13 El Señor también mandó una lluvia de fuego sobre Damasco, Gaza, Tiro, Edom y otras localidades, debido a transgresiones que nunca fueron aclaradas.14
Las masacres también son perpetradas por los “elegidos” de Dios, bajo sus órdenes y, frecuentemente, con su ayuda directa: “Pues el Señor tu Dios es el que va contigo, para pelear por ti contra tus enemigos, para salvarte”15 Yahvé ordena a los israelitas que invadan otras naciones y esclavicen a sus habitantes. Los pueblos que ofrezcan resistencia, deberán ser sometidos sin misericordia “y cuando el Señor vuestro Dios los haya entregado a ustedes, aniquilaréis a cada uno de los varones” y en cuanto a las mujeres, niños y riquezas de la ciudad “os apropiaréis de ellos”16
En la batalla contra los habitantes de Madian, Dios ordena a Moisés asesinar a todos los hombres y niños, así como a todas las mujeres no vírgenes. “Pero todas las mujeres jóvenes que no hayan conocido varón ni yacido con él, manténganlas vivas para su usufructo”17 –un mandato terrible, como no ha habido otro por parte de una deidad que ordena la guerra, la conquista, la aniquilación en masa, la esclavitud y la violación de niños.
Y con frecuencia, ni siquiera las “jóvenes” virginales se salvaban. En otra ocasión, el Señor instruye a los israelitas a “no dejar vivo nada que respire: al contrario, “deberéis destruirlos a todos, a los hititas, los amonitas, los cananeos, los fereseos, los heveos, los jebuseos; pues el Señor vuestro Dios así os lo ha ordenado”.18 Hay que añadir a esta lista el asesinato de Og, el rey de Bashan y todo su pueblo.19 Dios también ayuda a Moisés a matar a Sihon, rey de Heshbon, destruir todas sus ciudades y asesinar a todos los hombres, mujeres y niños.20 El mismo destino sufren los benjamitas y todas sus ciudades.21 Todos ellos merecen morir por adorar a falsos dioses…
A los israelitas Dios les entrega “a los infieles como su herencia, junto con los lugares más remotos de la Tierra para su disfrute. Vosotros deberéis doblegarlos con vara de acero; deberéis romperlos en pedazos como vasijas de barro”22 Dios ordena a Saúl “obliterar” a los amalecitas “sin dejar vivo a uno sólo; matad a hombres y mujeres, niños y bebés.” En otro deleznable acto, cuando sus israelitas arrasaron y aniquilaron a los filisteos, hicieron entrega de 200 prepucios al rey Saúl.23 Sobre lo que hizo Saúl con estos trofeos de guerra, mejor no especulamos. Con la venia del Señor, el rey David y sus tropas conquistaron innumerables naciones sin dejar sobrevivientes, apoderándose de sus riquezas.24
Existe un popular himno que celebra cómo “Josué libró la batalla de Jericó”…lo que no se menciona es lo que hicieron sus soldados después de “que los muros se derrumbaron”. De hecho, masacraron a todo ser vivo y luego redujeron la ciudad a cenizas, rescatando sólo la plata, el oro y otras riquezas “para ser colocadas en el tesoro de la casa del Señor”25
Esta referencia al tesoro del Señor nos recuerda que la Sagrada Biblia algunas veces se parece al libro de Mammon, rebosante de referencias sobre riquezas materiales: perlas, monedas, templos y esclavos ("siervos"). "La mano diligente os hará ricos" según nos es ordenado.26
Yahvé tiene poca tolerancia por la disidencia democrática. Cuando 250 israelitas reconocidos en la congregación, se opusieron a Moisés y Aarón (los favoritos de Dios), un encolerizado Yahvé los baña de fuego, consumiéndolos por completo. También acaba con otros disidentes al arrojarlos "vivos al pozo, haciendo que la tierra se cerrara sobre ellos"27 Imitando a su Señor, el profeta Elías acabó con un grupo de profetas que competían con él.28 Y podemos seguir mencionando ejemplos de carnicerías de divina inspiración. No sin razón, Moisés exclamó jubiloso "El Señor es un hombre de guerra"29 Criticamos a algunos presidentes norteamericanos por comportarse como Dios…igualmente alarmante es cuando Dios se comporta como algunos presidentes norteamericanos…
Hay quienes se sienten muy bien al servir a un jefe supremo y poderoso, convirtiéndolo en objeto de su veneración y a quien no sólo adulan sino temen, como lo refleja la frase “Un hombre temeroso de Dios”. A los ojos de algunos fieles, la enorme capacidad destructiva de Dios sólo lo hace más asombroso, potente y merecedor de adoración. Lo veneran no porque es misericordioso y lleno de amor, sino por su enorme poder; de hecho, se le venera como el Todopoderoso.
Capítulo 3
El Gran Censurador
No son los pasajes de la Biblia que no entiendo, los que me perturban,
sino aquellos que sí entiendo. 'Mark Twain'
El dios que preside la religión judeocristiana exhibe un preocupante parecido con sus imperfectas creaciones conocidas como seres humanos, lo que significa que es posible que él nos haya creado a su imagen y semejanza, o bien, que fuimos los humanos los que lo creamos a nuestra propia imagen.
Sagrado Sadismo
Una de las características más perturbadoras de Yahvé es su inclinación por el sadismo. Todo parece indicar que las ceremonias y sacrificios sangrientos de animales inocentes, le generan gran placer. Como se les considera carentes de alma, a los animales se les masacra individualmente o en masa. En la Biblia son incinerados, maldecidos, desmembrados, devorados o arrojados al abismo.1 En suma, pueden ser tratados de formas tan horrendas como a los propios seres humanos. Junto con la espada, las plagas y hambrunas, las criaturas salvajes son una de los “cuatro castigos terribles” de Yahvé que causan muerte y destrucción.2 “Os enviaré bestias salvajes que les robarán a sus hijos y destruirán su ganado, y los asesinarán”3 Las “ruidosas bestias” serán temidas, odiadas y exterminadas, mientras que los animales domesticados serán sometidos, golpeados, comidos, explotados hasta morir, vendidos como posesiones o sacrificados en el altar de dios.
En ocasiones, el sacrificio de animales simplemente no alcanza para aplacar a Yahvé. Hubo una vez en que ordenó a Abraham a realizar un sacrificio humano en la persona de su propio hijo, Isaac. El agobiado profeta conduce a su hijo al bosque, lo ata y lo coloca en el altar sacrificial; alista el puñal y cuando está a punto de asestar el golpe, un ángel aparece y cancela todo el asunto…Yahvé sólo estaba bromeando…sólo quería poner a prueba la lealtad de Abraham.4
En otro momento Yahvé permitió que Lot, su esposa y dos hijas escaparan de Sodoma, pero les advirtió no voltear a ver la destrucción de la ciudad…¿acaso se sintió avergonzado de este exterminio en masa? La mujer de Lot no pudo resistir la tentación y por este “pecadillo”, Dios la castigó convirtiéndola en estatua de sal.5
¿Una estatua de sal? Vaya sentido del humor de esta particular deidad…
Sus megalómanos estados de ánimo alcanzan grados de obscenidad, como cuando le dice a algunos sacerdotes que si no “glorifican su nombre” los maldecirá y “esparcirá excremento de animales sobre sus rostros”6 Pero, además, los amenaza con originales tormentos: “Colocaré cilicio sobre vuestros lomos y calvicie en vuestras cabezas”7
Yahvé tampoco simpatiza con la desobediencia a la autoridad paternal. En el caso del hijo que no obedeció a sus padres y se entregó a la glotonería y la bebida, Dios ordena que sea apedreado a muerte por parte de todos los hombres de la ciudad, sin que ninguno se atreviera siquiera a sugerir que el castigo era desproporcionado.8 En general, a los padres se les aconseja “no limitarse al corregir a sus hijos: pues aunque lo azotéis con una vara de hierro, no morirá. Deberéis golpearlo con vara de hierro y rescatar su alma del infierno”9
En ocasiones, las retribuciones de Yahvé han sido, en el mejor de los casos, injustificadas o mal dirigidas, como cuando el Rey David ordenó la muerte de uno de sus comandantes, Urías, como resultado de una maniobra en la que también perecieron varios de sus valientes soldados. Con la desaparición de Urías, David pudo casarse con la hermosa viuda, Betsabé, con quien ya había estado manteniendo relaciones adúlteras. Para manifestar su disgusto, Dios determinó la muerte de su hijo recién nacido, dejando sin castigo a David y Betsabé.10
Y uno se pregunta por qué los fundamentalistas de nuestros días se indignan tanto con el aborto, equiparándolo con el asesinato de infantes y afirmando que viola el mandato bíblico. Tal como constatamos en el capítulo anterior, la masacre de bebés inocentes (niños ya nacidos, reales, no fetos) es una práctica común y abiertamente apoyada en la Sagrada Biblia, como cuando Dios ordena el exterminio de todos los niños y adultos de Madian, de los hititas, los cananeos, y un sinnúmero más de pueblos. En Salmos 137, se sentencia a "la hija de Babilonia, quien debe ser destruida" y "Bienaventurado aquél que asió y azotó a los pequeños contra las piedras" Entonces, ¿de dónde viene todo el escándalo de los zelotas de la actualidad, cuando se elimina un óvulo fertilizado?
Dios es capaz de asesinar al amor más entrañable de uno de sus fieles como resultado de una simple negociación, cuando Jefté “un poderoso hombre de valor” le promete, a manera de sacrificio, matar a quienquiera que salga de su casa para saludar su regreso, si tan sólo Dios le asegura la victoria contra los amonitas. Jefté derrota al enemigo “con una gran matanza”, pero cuando regresa a casa, la primera persona en salir a saludarlo es su única y amada hija, algo que debió de haber anticipado. Infelizmente, el Señor le toma la palabra, obligándolo a cumplir su promesa y Jefté, con el corazón destrozado, prende fuego a su hija, sacrificándola ante el altar de una deidad sedienta de sangre.11
Haciéndole un "trabajito" a Job
Uno de los pasajes bíblicos más crueles de tormento y asesinato consiste en la brutalización de su devoto siervo Job. Como cabeza de un próspero hogar, Job es un hombre “perfecto, honesto y temeroso de Dios y alejado del pecado”, quien de manera regular ofrecía sacrificios al Señor.12 Sin embargo, un día el Todopoderoso siente el impulso de alardear ante Satanás sobre la total devoción de Job, pero el diablo lo desafía preguntándole cómo puede estar tan seguro de que Job realmente lo ama, dado que Dios lo ha bendecido con todos los bienes terrenales y todas las cosas buenas. Quítale todo lo que tiene y verás cómo “te maldecirá en la cara”13
Reaccionando como un niño malcriado e inseguro que responde a una provocación, Yahvé manda a sus matones a exterminar todo el ganado, burros, camellos, junto con todos los sirvientes inocentes que atendían los vastos rebaños de Job. También manda fuego desde el cielo sobre las ovejas y pastores y, ya habiendo calentado motores, el Señor crea un gran torbellino que destruye la casa de Job donde se encontraban sus siete hijos y tres hijas, matándolos a todos. Aterrorizado y desconcertado, Job continúa firme en su devoción hacia esta maniática y homicida divinidad.14 Y todavía hay quienes intentando justificar a Dios, atribuyen la culpa de tal despojo a Satanás, cuando fue Dios y no el diablo quien sometió a Job a tales penurias.
Finalmente, Yahvé se da cuenta de que ha caído en el juego de Satanás “me habéis puesto en su contra, para destruirlo sin razón alguna” le reclama, pero Satán, siendo un mejor estratega, le replica que no está para nada impresionado por la devoción de Job y eleva la apuesta, argumentando que todavía le falta infligir dolor y enfermedad al propio Job y “entonces, con toda seguridad, Job os maldecirá en la cara”. Mostrando una vergonzosa falta de luces, Dios reacciona tontamente y lejos de mandar al diablo al Diablo, le hace entrega del pobre Job para que haga con él lo que quiera “llenándolo de llagas desde la planta de los pies hasta la cabeza”. Lamentando la pérdida de sus hijos, sus sirvientes y todas sus posesiones y, además, atormentado físicamente más allá de toda tolerancia humana, Job implora la muerte.16
“La paciencia de Job” es una conocida expresión en nuestro idioma, pero la verdad sea dicha, Job no sufre paciente y calladamente, sino que pide a gritos la muerte con “la amargura de mi alma” y tratando de entender por qué se le ha castigado con tantas aflicciones, pregunta a Dios con enojo “por qué hace caso de los consejos del malvado?”17 Una excelente pregunta que queda sin respuesta.
Eventualmente, Dios entra en razón y pone fin al sádico juego; sin embargo, ni siquiera en esos momentos se abstiene de recordarle a Job cuán poderoso es el Señor –como si el pobre infeliz necesitara tales advertencias. Entonces Dios le restituye a sus siete hijos y tres hijas (no se menciona una palabra sobre los inocentes sirvientes y pastores).18 También recompensa a Job con dinero, oro y rebaños el doble de numerosos, en una suerte de reparación de daño a víctimas.
Muerte a los pecadores
Consideremos algunas de las “abominaciones” contra las que frecuentemente arremete el dios judeocristiano.
La blasfemia verdaderamente encoleriza al Todopoderoso, quien la toma como una ofensa capital y le ordena a Moisés que se ejecute a un joven por haber jurado el nombre de Dios en vano. Cualquiera que “blasfeme el nombre del Señor, será condenado a muerte y toda la congregación deberá apedrearlo”19
La violación del sabático es una infracción que puede ocasionar la muerte si Dios no está de buen humor. Así que cuando los israelitas sorprendieron a un hombre recolectando varillas en sábado, lo apresaron mientras decidían qué hacer con él, hasta que el Señor les dijo que lo apedrearan hasta matarlo, orden que fue obedecida de inmediato.20
La idolatría es furiosa y frecuentemente condenada en la Biblia, con lo que no queda duda de que el dios judeocristiano es una deidad muy celosa. Cosas como imágenes grabadas, ritos ajenos y falsos profetas compelen a Yahvé a mandar la muerte a quienes “sirvan a otros dioses”21 Incluso ordena a sus fieles que asesinen a sus propios hermanos y esposas si hacen proselitismo de otras deidades.
La intolerancia y la xenofobia se cuentan entre los atributos más sobresalientes de Dios. “Yo soy un gran rey, dijo el Señor de los Ejércitos y mi nombre es temido por los infieles”23 Los extranjeros, no creyentes y otros abominables que no observen sus leyes ni entren en el pacto, deberán ser condenados a exterminio o esclavitud: “a las mujeres y hombres infieles de los alrededores, deberéis debéis convertirlos en esclavas y esclavos”24 Este es el castigo para todas las naciones que no cumplan con “la fiesta de los tabernáculos”25
La desobediencia a las órdenes de Dios conlleva consecuencias ominosas. Cuando Eva comió del árbol del conocimiento, Dios la condenó, junto con todas las demás mujeres, a ser subyugadas: “Multiplicaré vuestras penas y vuestra concepción; sufriréis al parir vuestros hijos y vuestro deseo será sólo por sus maridos, quienes las dominarán”. Y a Adán, por haberlo desobedecido también, lo condena “tendréis sufrimiento todos los días de vuestra vida…con el sudor de vuestra frente comeréis el pan hasta que os convirtáis en polvo”26
El Señor envía plagas y muerte a los israelitas cuando se desvían del camino. Los “malvados” –un término utilizado incansablemente en la Biblia- son aquellos que violan la ley judaica al llevar a cabo actividades en el sabático, por comer puerco o mariscos, por usar ropas de tejidos mixtos (lino y lana) o por no encender las velas adecuadas en el momento apropiado. Y cuando la gente atiende los mandamientos del Señor y los obedece, les asegura: “No os enviaré ninguna de las enfermedades que he causado a los egipcios”27
El adulterio se castiga con la muerte. Un hombre que yace con la esposa de otro, deberá ser privado de la vida junto con la mujer.28 En una ocasión en que un rey secuestró a Sara, la compañera de Abraham, Dios amenazó con matarlo junto con toda su familia, aún cuando ningún miembro de ella estuvo involucrado en el delito.29 Finalmente, el rey entendió el mensaje y regresó a Sara a su esposo, sin haberse acostado con ella.
El homosexualismo es un pecado capital a los ojos del Altísimo. Si un hombre tiene relaciones sexuales con otro varón, dice el Señor “ambos han cometido una abominación, por lo que deberán morir y su sangre ser derramada”30 Por ello Sodoma y Gomorra fueron destruidas, pues un buen número de sus habitantes recurrían a prácticas homosexuales.
Aparentemente, la violación de gente del mismo sexo es mucho peor que la que se perpetra contra un miembro del sexo opuesto, a los ojos de Yahvé. Poco antes de que el Señor destruyera Sodoma, dos ángeles visitaron a Lot y cenaron con él, mientras que un grupo de hombres rodeaba la casa demandando que Lot les entregara a sus huéspedes, para tener placer con ellos quienes, siendo ángeles, muy probablemente eran hermosos. Pero Lot, para protegerlos de la multitud enardecida, les ofreció a sus dos hijas vírgenes! Afortunadamente, ambos ángeles cegaron a los depredadores sexuales para que no pudiesen entrar a la vivienda de Lot. En esta ocasión, Yahvé no emitió ninguna palabra de condena hacia él por haber ofrecido a sus hijas para ser violadas.31
Los padres y teólogos que sentaron los fundamentos de la cristiandad, no tuvieron ninguna objeción para descartar o restar importancia a un buen número de conceptos de la ley judaica, pero acogieron con todo entusiasmo las denuncias de homosexualidad contenidas en el Antiguo Testamento. Curiosamente, en toda la Biblia, sólo existen ocho menciones de homosexualidad mientras que sí podemos encontrar numerosas condenas contra la injusta distribución de la riqueza. “Sin embargo, hasta la fecha, nunca se ha instituido ningún tribunal cristiano que exponga y castigue con fuego a terratenientes explotadores y banqueros, tal como se hace repetidamente contra homosexuales…Dios castiga a todos aquellos que pecan, pero cuando se trata de homosexualidad, el Señor destruye ciudades enteras”32
El travestismo es otra desviación que enoja profundamente al Señor –aunque uno podría suponer que alguien como él tendría cosas más importantes en qué ocuparse. “La mujer no deberá usar lo que le pertenece al hombre, ni éste deberá vestir con ropas de mujer: pues son abominaciones a los ojos del Señor vuestro Dios”33 En el siglo XIX, un buen número de gobiernos estatales en los Estados Unidos promovió leyes, inspiradas en la religión, que convirtieron en delito el travestismo.
La masturbación es otro pecado capital de acuerdo con Yahvé, quien muestra la misma fobia que cualquier puritano del siglo XVII o cualquier siquiatra del siglo XIX. Tenemos el caso de Onan, quien fue fulminado por el Señor por derramar su semilla en el suelo.34
La fornicación, incluso si es heterosexual, se castiga con la muerte bajo ciertas circunstancias. Si la hija de un sacerdote “se profana a sí misma al prostituirse…deberá ser quemada viva”35 Del mismo modo, cuando una virgen prometida para casarse es violada por otro hombre, ambos deberán ser apedreados hasta morir “porque la damisela no pidió ayuda”36 Por supuesto, no importa que la pobre haya sido amenazada para no gritar por su violador. Esta misma actitud prevalece en nuestros días en muchas partes del mundo donde las víctimas de violación son expulsadas, azotadas, encarceladas o asesinadas por “ser cómplices” y “sucias”37 Si un hombre duerme con su esposa y su madre, los tres “serán quemados vivos” para “que no haya maldad entre vosotros”38
La violación sexual es, ciertamente, uno de los crímenes que para mí, son abominables; sin embargo, en la Biblia, tanto la violación como el asesinato aparentemente no son considerados tan despreciables cuando las víctimas son arrancadas de pueblos enemigos arrasados. En párrafos anteriores hicimos notar cómo el Todopoderoso ordenó a Moisés “mantener vivas para su usufructo” a todas las “niñas y jóvenes vírgenes de Madián”39 En otro pasaje Dios establece un mandato sobre cómo someter “a toda mujer hermosa tomada como botín de guerra. “La arrastraréis lejos de su familia y su pueblo y la haréis vuestra cautiva; le arrancaréis las ropas, la raparéis, le desprenderéis las uñas y la encerraréis en vuestra casa durante un mes, mientras llora y clama por sus padres; entonces la violaréis haciéndola vuestra mujer. Pero si, después de que la hayáis tomado por la fuerza, descubrís que ya no os satisface, podréis desecharla hasta marchitarse, en lugar de venderla por dinero.40
La esclavitud –incluyendo la sexual- tampoco es un pecado abominable de acuerdo con la Biblia, más bien es permitida. Los esclavos constituyen una de las formas de botín de guerra que el Señor otorga a los victoriosos israelitas. Por otra parte, la esclavitud es disfrazada en las Sagradas Escrituras con el término de “servidumbre”. Un hombre puede “vender a su hija para ser sirvienta”, o ser comprometida a otro hombre o a su hijo.41 Por supuesto que a la pobre no se le permite decir nada ni opinar sobre tales acuerdos. También es bien visto “tener relaciones carnales” con una sierva (esclava), aún cuando ésta sea la prometida de alguien más. Por este motivo, ella será severamente azotada, aunque ni ella ni el fornicador serán condenados a muerte “porque ella no era libre”42 El varón se salva del castigo sólo porque ha violado a una simple esclava.
La mutilación sexual por circuncisión es para mí, una verdadera abominación que, por el contrario, es una de las prácticas favoritas de Yahvé. En los tiempos de Abraham, Dios estableció un acuerdo con su pueblo prometido, los israelitas, para ser observado por todos y consistente en circuncidar a cada bebé varón.43 El prepucio, una membrana que contiene miles de terminales nerviosas, se recorta y arranca del pene, causando pérdida de sangre, dolor severo y un largo período de cicatrización. En el peor de los casos, puede proseguir el sangrado y haber infección, o también un movimiento erróneo del cuchillo que origina heridas en el miembro, desfigurándolo o dejándolo inútil. Los infantes en Egipto, Irán, Nepal y otros países han perecido por hemorragia u otras complicaciones derivadas de la circuncisión.44
En Europa, la circuncisión es relativamente infrecuente y la practican solamente los seguidores del judaísmo o el islam. En los Estados Unidos es común incluso entre los prosélitos de otras religiones. Dos tercios de los recién nacidos norteamericanos son sometidos a esta involuntaria e innecesaria forma de cirugía, traduciéndose en un negocio multimillonario. En años recientes, un número creciente de ciudadanos se han negado a someter a sus bebés a esta mutilación sexual, sin importar lo que opine Jehová y otros fieles.
Durante más de un siglo, las autoridades médicas –demostrando estar más trastornadas que los jerarcas religiosos- aclamaban la circuncisión como cura para la masturbación, incontinencia urinaria nocturna, tuberculosis, asma, epilepsia e, incluso, problemas en el habla. Recientemente, se pensaba también que la remoción del prepucio reducía la probabilidad de contraer sífilis, cáncer cervical y SIDA. En realidad, lo que las investigaciones han demostrado es que la circuncisión no ofrece ningún tipo de protección contra enfermedades de transmisión sexual o ningún otro padecimiento. Los condones son un recurso mucho más eficaz e inocuo.45
Aplicación selectiva de la ley
En suma, si tuviésemos que vivir literalmente bajo la palabra eterna e inmutable de Dios, tal como está contenida en la Biblia, tendríamos que ejecutar a homosexuales, adúlteros, fornicadores y masturbadores. Estaríamos obligados a apedrear a muerte a hijos que sucumban a la glotonería y la borrachera, o que falten al respeto a sus padres. También deberíamos asesinar a víctimas de violación sexual que no griten lo suficiente para pedir ayuda y exterminar también a la gente que transgreda la ley sabática. Tendríamos la obligación de ejecutar a los que digan el nombre de Dios en vano o que hagan proselitismo de otros dioses y todos los que sean acusados de brujería. Deberíamos desprender el prepucio de todos los infantes varones, aniquilar a nuestros familiares que creyesen en otras deidades, suprimir otras religiones porque son ipso facto equivocadas, además de ordenar que millones de seres humanos sean sometidos a servidumbre involuntaria en todo el mundo para ser esclavos fieles porque la autoridad de sus amos proviene de Dios. Igualmente, deberíamos lanzar ataques militares genocidas contra las naciones herejes que no rindan pleitesía a esta exclusiva deidad de occidente.
En el mismo tenor, tendríamos que sentirnos muy tranquilos si vendiésemos a nuestras hijas como siervas y si tratásemos a miembros de nuestra familia como enemigos mortales si se atrevieran a ofender de alguna forma nuestro credo religioso. También estaría bien visto que esclavizáramos a gente sometida de otras naciones –no solamente México, sino también Canadá. Aunque, deberemos tener mucho cuidado de no comer mariscos o puerco, así como de tener algún contacto con mujeres que estén menstruando, aunque esto sea difícil de adivinar.46
Otro motivo de preocupación es el hecho de que en nuestros días, en países como los Estados Unidos, existen quienes estarían más que dispuestos para perpetrar todas las lindezas arriba descritas, si se les presentara la oportunidad y llegaran a obtener el poder suficiente. No obstante, estos bíblicos reaccionarios y golpeadores exhiben inconsistencias evidentes cuando hay dinero de por medio. En 2005, el senador republicano por Iowa, Charles Grassley, se opuso al aborto y al matrimonio homosexual porque la Biblia, supuestamente, contenía tales prohibiciones, cuando, en realidad, no hace ninguna mención de estos temas. En contraste, este senador consideró que la condena que se hace en la Biblia de la usura no es de gran importancia –aun cuando en varios pasajes del Deuteronomio, Éxodo, Levítico y Nehemías se prohíbe explícitamente el cobro de intereses sobre préstamos.47 Pasando por alto dichos pasajes, Grassley fue pieza clave en el apoyo a una iniciativa de ley que autoriza a las compañías de tarjetas de crédito y bancos –que ya de por sí venían generando pingües ganancias- a cobrar elevadísimas tasas de interés que ocasionarían que los tarjetahabientes se endeuden por vida. Ya de hecho, la gente incurre en inmensos endeudamientos por concepto de gastos médicos, pago de escuelas, pérdida de empleo, divorcios- y no precisamente por derroches y compras superfluas. Con estas tasas astronómicas del 30 al 40%, aunadas a interminables comisiones, las deudas se acumulan con mayor celeridad de lo que los usuarios pueden pagarlas.48
Cuando una organización de abogados socialmente sensibles se opuso al senador Grassley por promover esta ley tan usurera, éste respondió: “No puedo prestar oídos sólo a abogados cristianos, pues estaría imponiendo la Biblia a una sociedad diversa”49 Tal como lo he subrayado, este legislador y su cohorte no dudan en lo absoluto en imponer sus sectarios mandatos bíblicos a una “sociedad diversa” cuando se trata de aborto o matrimonio homosexual. Sólo cuando se habla de salvaguardar las obscenas ganancias de los que contribuyen a sus campañas políticas, es que “legisladores” como este senador, se convierten en entusiastas del pluralismo secular.
Los fundamentalistas cristianos de nuestros días no sólo pasan por alto pasajes bíblicos inconvenientes, sino que inventan otros que no existen. Por ejemplo, con base en el texto bíblico –al que toman como guía moral- ¿cómo es que la rama protestante dentro del cristianismo llegó a la conclusión de que tomar alcohol es una ofensa moral contra el Señor? Lo cierto es que la Biblia no establece ninguna prohibición contra las bebidas alcohólicas. En Proverbios 31:6-7 se lee “Ofreced una bebida fuerte al que está a punto de perecer y vino a los de corazón afligido. Dejadlos beber y olvidar su pobreza, para que no vuelvan a recordar su miseria”. Por otra parte, Jesús solía beber con sus apóstoles, como muchos de nosotros sabemos. En Lucas 12:19 se exhorta: “comed, bebed y sed felices”, y en otros varios pasajes se nos aconseja beber y disfrutar.50 Y a pesar de todo esto y tomando la Biblia como inspiración, el movimiento cristiano por la templanza desató una guerra sin cuartel contra el consumo de alcohol.
Flashazos de luz en un libro de oscuridad
Tal como lo hemos atestiguado, la Biblia es una crónica terrorífica de carnicerías y atrocidades, aunque no es muy congruente, pues alberga una discordancia de voces contradictorias. Es decir, junto con el imperialismo tribal y las guerras entre clanes, se puede advertir expresiones esporádicas sobre paz entre las naciones. Recordemos el famoso e inspirador texto en Isaías 2:4 “Y convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces: una nación no levantará la espada contra otra nación, y tampoco aprenderán a hacer la guerra nunca más”.
No obstante, aunados a la limpieza étnica y xenofobia homicida, también se puede advertir uno que otro pasaje de aceptación de los extraños.51 Junto con la grosera celebración de autocracia y riqueza, también hay llamados por la justicia y preocupación por los pobres. Isaías habla repetidamente sobre la igualdad: “Aprended a hacer el bien; buscad la justicia, y liberad al oprimido”; y en: “Infortunados aquellos que ordenan cosas injustas, privando del bien a los pobres de mi pueblo”52 Y en Salmos 82:3 “Defended a los pobres y huérfanos; haced justicia al afligido y necesitado”, así como pasajes como en Nehemías 9:31, donde se nos dice que Dios es “gentil y misericordioso”.
A pesar de todo, cómo podemos medir el lado bueno y amoroso de las palabras de Yahvé, cuando las contrastamos con sus innumerables y terribles hechos? ¿Qué podríamos decir de alguien conocido entre sus vecinos como una persona buena, pero que también es un asesino en serie? ¿Acaso diríamos que sus palabras ocasionales de amor y misericordia y sus actos de caridad compensan las horas que pasó descuartizando a seres humanos en el sótano de su casa? Con toda seguridad toda esa violencia criminal pesaría más en nuestro ánimo que sus expresiones fortuitas sobre paz y amor a los pobres. Y si esto es así tratándose de un simple mortal, lo es mucho más cuando hablamos de un dios que supuestamente “ilumina nuestro camino”. Es triste pero la verdad es que la mayoría del texto bíblico favorece la autocracia, la violencia, la crueldad y el caos.
En suma, no podemos simplemente eliminar todos los pasajes de las Escrituras que contienen los mensajes más turbios y oscuros de esta deidad. Y de la misma forma en que reconocemos a la religión sus llamados de misericordia y caridad, también la condenamos por la terrible explotación y sangrienta opresión perpetradas en su nombre. El dios de la “Sagrada” Biblia –tan popular y venerado en los Estados Unidos y muchos otros países- es ferozmente vengativo, neuróticamente celoso, intolerante, vanidoso, iracundo, sexista, racista, xenófobo, homofóbico, sádico y homicida. Como decimos por ahí…todo está en la Biblia.
Cuidado con todos aquellos que actúan en el nombre de tal deidad, pues, con toda seguridad, si encontrásemos estas horribles características en una persona ordinaria, la consideraríamos merecedora de cadena perpetua en un penal de máxima seguridad o, por lo menos, evitaríamos alardear sobre sus maravillas y misterios.
Capítulo 4
EL OTRO ROSTRO DE NUESTRO DULCE SALVADOR
El hombre es el único animal que dice poseer la verdadera religión –o varias de ellas. 'Mark Twain'
A primera vista, todo parece indicar que una vez que el Todopoderoso se convirtió al cristianismo en el Nuevo Testamento, enmendó su comportamiento y dejó de ordenar la aniquilación y arrasamiento de ciudades enteras. En su lugar, tenemos el famoso y tan cacareado Sermón de la Montaña en el que Jesús bendice a los mansos y misericordiosos, amantes de la rectitud y de la paz. Nos dice también que debemos aprender a “poner la otra mejilla”, amar a nuestros enemigos y amar a nuestros próximos como a nosotros mismos. Igualmente aconseja tolerancia y paciencia: “No juzguéis para no ser juzgados”. Aquí, por lo menos, tenemos a un Salvador con un grato mensaje de paz y amor.1 Sin embargo, una mirada más minuciosa de los Evangelios nos revela una faceta muy preocupante.
Nuevo Testamento, antigua deidad
Con toda su reputación como una deidad amorosa y pacifista, Jesús realmente exhibe características que se asemejan mucho al intolerante y vanidoso Yahvé. No hay que perder de vista que Jesús repetidamente se considera a sí mismo como la sola fuente de salvación y “el Hijo único de Dios” “la luz del mundo” y “el príncipe de este mundo”.2 También se llama a sí mismo “el pan de la vida”: “veréis como se abren los cielos y a los ángeles de Dios descender sobre el Hijo del hombre”.3 “Yo soy el camino, la verdad y la vida: ningún hombre accederá al Padre si no es a través de mí”4 Jesús hace a un lado la noción de que él es simplemente uno de los profetas y, de manera inequívoca, declara: “Yo y mi Padre somos uno” y “Yo soy el Hijo de Dios”.5
Jesús advierte a sus seguidores no dejarse engañar por los “falsos salvadores y los falsos profetas” que tratan de seducir “incluso al elegido”6 Para los que analicen los sermones de Jonás y la sabiduría de Salomón, él afirma ser “más grande que Jonás” y también exclama: “mirad, alguien más grande que Salomón está ante vosotros”.7 Un Jesús resucitado anuncia a sus discípulos la misión imperial de la llegada del cristianismo: “Todo el poder os será concedido a través de mí en el cielo y en la tierra. Id, pues y enseñad a todas las naciones…enseñadles a respetar todas las cosas que os he encomendado”8
Jesús señala como sus “enemigos” a todos los que desdeñan la idea de que “yo reinaré sobre ellos”. También ordena a sus seguidores llevar a todos los incrédulos ante él “y asesinadlos en mi presencia”9 Cualquier comunidad que se niegue a aceptar su mensaje, encontrará un destino mucho más horrendo que el que sufrieron Sodoma y Gomorra. “Hay de aquellas ciudades como Corazin, Betsaida y Cafarnaúm” que rechazan sus “poderosos actos” y no se arrepientan, pues todas ellas “serán enviadas al infierno”.10
Ningún otro personaje de la Biblia insiste tanto en los tormentos del infierno como lo hace Jesús el Cristo. Aquellos que ofendan a Jesús “estarán en peligro de ir al infierno” y, además, los arroja “al horno de fuego, donde se escuchará sus gemidos y rechinido de dientes”; muchos serán “arrojados al fuego eterno” y no tendrán esperanza de “escapar la condena del infierno”; “…en un fuego que jamás se extinguirá” para ser “atormentados en sus llamas”; y “todo vuestro cuerpo será arrojado al infierno”.11 Reiteradamente maldice a todos los que no lo acepten como el verdadero salvador: “Vosotros serpientes, vosotros generación de víboras…¿cómo esperáis escapar al fuego del infierno?” Y a los escépticos “vosotros cuyo padre es el demonio.” “Alejaos de mí, condenados al fuego eterno, a merced del diablo y sus ángeles.” Y “si un hombre no se rige de acuerdo conmigo, será desechado [como rama marchita] y enviado al fuego.”12
Ni siquiera los árboles se libran de su ira. En una ocasión en que tenía hambre, se acercó a una higuera y descubrió que no tenía frutos pues todavía no era la estación propicia. Entonces Jesús le lanza una furiosa maldición: “Que nadie coma de tus frutos de aquí en adelante” y la pobre higuera se marchitó y murió a la mañana siguiente.13
Hasta el día de hoy, sacerdotes y fieles se refieren al “amor incondicional de Jesús”…pero ¿es realmente incondicional? ¿Es realmente amor? Con mucha frecuencia, si nos atenemos a Calvino, el lenguaje que utiliza habla de severo castigo, afirmando que casi toda la humanidad será destruida. Sólo unos pocos “los elegidos” podrán encontrar el estrecho camino que conduce a la vida eterna.14 Nadie ganará la vida eterna excepto a través de él y sólo un pequeño número pues “muchos serán llamados pero pocos serán elegidos.”15
Frecuentemente, Jesús se refiere a Satanás, a quien considera un poderoso rival, un “asesino” y un “mentiroso”. El castigo del fuego eterno está en manos “del diablo y sus ángeles”. Jesús expulsa a una multitud de demonios de un hombre y los canaliza hacia un pobre rebaño de cerdos, ocasionando que los inocentes animales se arrojen enloquecidos al abismo.16 Varias mujeres poseídas son sanadas por Jesús, entre ellas, María Magdalena, de quien expulsó a siete demonios.”17 Jesús ordena a sus discípulos “resucitar a los muertos y exorcizar demonios” y cuando no pueden hacerlo, les reprocha con enojo el no tener suficiente fe, pues si la tuvieran, nada les sería imposible.18
Pero ¿con base en qué se determina si uno será elegido para gozar de dicha eterna en el cielo, o padecer interminable agonía en el fuego del infierno? Y ya que esto es asunto de fe…pregunto: ¿fe en qué? No siempre queda claro cuáles son los preceptos religiosos y la teología que Jesús expone a la multitud, pues frecuentemente habla en parábolas que no siempre son comprensibles o consistentes.19 Y cuando sus discípulos le preguntan por qué usa parábolas, les lanza esta explicación elitista: “Porque a vosotros se os revelará los misterios del reino de los cielos, pero no a los demás…por lo tanto, Yo os hablo en parábolas: porque ellos ven sin ver, oyen sin oír y tampoco entienden”.20
Y que nos quede claro: aquí lo esencial para obtener la salvación no es que los seguidores entiendan el mensaje, sino que tengan fe incuestionable en él. Porque aquellos que crean en él “no perecerán, sino vivirán eternamente”, mientras que “aquél que no tiene fe ya está condenado, por no haber creído en el Hijo Único de Dios”21 Es decir, Jesús basaba su labor en la noción de que la vida en la tierra se acabaría muy pronto “pues una nación se levantará contra otra nación, un reino contra otro reino, y habrá terremotos…hambrunas y dificultades” que “serán el inicio del sufrimiento.”22 Y las posesiones materiales no importarán “pues el reino de los cielos está ya próximo” y “esta generación no pasará hasta que todas estas cosas se cumplan”.23
Junto con la vida eterna, Jesús promete a los fieles que tendrán poderes sobrenaturales en esta vida. “En mi nombre, podréis expulsar demonios” y “hablar otras lenguas; dominar serpientes…y si llegaran a beber algún veneno, no sufrirán daño alguno; podrán sanar a los enfermos, tan sólo con colocar sus manos sobre ellos se recuperarán.”24 Si tienen fe y no dudan, serán capaces de mover una montaña y lanzarla al mar; “nada os será imposible”.25
Destructor de hogares
Si nos propusiéramos aprender los valores cristianos basándonos solamente en las diatribas de los fundamentalistas de hoy, nos quedaríamos con la impresión de que Jesús se enfocaba principalmente en el sexo, el aborto, la homosexualidad y los valores familiares. No obstante, salvo una que otra mención de “lujuria”, Jesús habla muy poco sobre sexo. Es cierto que condena “a esta generación adúltera y pecadora”26 pero también perdona a una mujer que está a punto de ser apedreada por adulterio, aunque sí le exhorta a “id y no pequéis más” pero no emite una sola palabra de reprobación hacia su cómplice varón.27 Indudablemente, está en contra del adulterio y el divorcio, considerándolos igualmente graves, como cuando sentencia que quien se case con alguien que se haya divorciado “comete adulterio”27 Sin embargo, jamás condena o siquiera menciona la homosexualidad o el aborto. Curiosamente, muestra desaprobación hacia los eunucos, especialmente aquellos que se castran para que puedan ser “eunucos por amor al reino de los cielos”29
Y algo todavía más sorprendente es que Jesús manifieste muy poco interés en los valores familiares o apegos filiales, no habiéndose casado o engendrado hijos, hasta donde se sabe. Por el contrario, exige a sus discípulos y seguidores que abandonen a sus familias y dediquen su vida sólo a él y su misión: “los enemigos de un hombre serán los miembros de su propio hogar. Aquél que amara a su padre o a su madre más que a mí, no es merecedor de mí”30 Pero aquellos que abandonen a sus familias “por amor al reino de Dios” recibirán múltiples recompensas en este mundo y vida eterna en el mundo que está por venir.31
En el marco del inminente conflicto para determinar la verdadera fe, Jesús hace esta escalofriante predicción: “el hermano entregará a su hermano para ser ejecutado, y el padre al hijo, y los hijos se levantarán contra sus padres y los enviarán a la muerte”32 y “si alguien viene a mí sin odiar a su padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas y también su propia vida, no podrá ser mi discípulo.”33 Nos queda claro que Jesús no era un hombre de familia. En sus exigencias de lealtad y devoción, frecuentemente se parece más al líder de un culto que condena la lealtad de sus propios seguidores hacia sus familias.
En otro pasaje, constatamos cómo Jesús trata a su propia familia con rudeza. Después de que le informan que su madre y hermanos lo están esperando en medio de la multitud para hablar con él, él replica: “¿Quién es mi madre? ¿y quiénes son mis hermanos?” Y señalando a sus discípulos, exclama “mirad a mi madre y hermanos!”34 En otra ocasión, Jesús y sus discípulos fueron invitados a una fiesta de bodas, su madre, quien también se encontraba presente, le dijo que ya no había vino, a lo que él respondió de manera descortés: “Mujer, qué voy a hacer contigo?”
¿Cuál es la relación de Jesús con las mujeres, en general? Pues sólo las reconoce cuando llevan a cabo algún acto de servilismo. Tampoco menciona que las esposas deberán tener los mismos derechos que sus maridos, sin someterse a la autoridad patriarcal. Aparentemente acepta la idea de que un varón puede tener varias esposas; tampoco dice que las mujeres deberán tener el derecho de predicar ni difundir la palabra de Dios.
Se podría argumentar que Jesús era producto de su realidad, pues compartía las convicciones supremacistas de la antigüedad, por lo que no deberíamos juzgarlo por sus anacrónicos preceptos. Sin embargo, esta me parece una defensa muy peculiar a favor del Cristo cuya divina inspiración se supondría intemporal y universal, trascendiendo las limitantes históricas, de tiempo, lugar e idiosincrasia. En cualquier caso, su actitud hacia las mujeres no es del todo anacrónica, pues todavía en nuestros días, las tres grandes religiones están dominadas por hombres con una perspectiva machista al servicio de divinidades que son, casi siempre, del sexo masculino.
La pirámide social
Tal como ocurre con el género, en lo que se refiere a clases sociales, Jesús exhibe un historial confuso sobre su sentido de la igualdad. Por supuesto, hay que reconocerle su condena a los escribas y fariseos por su avaricia e hipocresía y predice que: “un hombre rico difícilmente entrará al reino de los cielos”37 También aconseja a los ricos que donen todas sus posesiones a los pobres (por cierto, reduciéndose ellos mismos a la pobreza), un exhorto que muy pocos han tomado en serio hasta nuestros días, mucho menos los potentados. El propio Jesús no insiste más sobre el asunto.
Se le admira por haber echado a los cambistas y comerciantes del templo diciéndoles que “esta es una casa de oración”38 Sin embargo, el propósito de los cambistas era simplemente convertir varias monedas a la moneda oficial. Por su parte, los pequeños comerciantes sólo vendían palomas y otros animales apropiados para sacrificarlos en el templo. Ni los cambistas ni los comerciantes estaban haciendo algo particularmente malo o deshonesto.39
Y en lo que respecta a los pobres de los pobres, Jesús jamás exhorta a los que están sometidos a servidumbre, a rebelarse contra sus amos. Tampoco les aconseja movilizarse contra la opulenta jerarquía; su precursor, Juan el Bautista dice a los humildes trabajadores: “contentaos con vuestros salarios”40 Jesús no ve ningún problema en esto y recuerda a los pobres que “el siervo (esclavo) no estará por encima de su señor”.41 También acepta la noción de que los amos tienen el derecho de azotar al sirviente cada vez que no haga las cosas bien. Y que el sirviente que desobedezca intencionalmente a su señor “deberá ser azotado con látigo de muchas correas”, mientras que el que desobedezca sin mala intención, “deberá ser azotado con látigo de pocas correas”.42
En sus parábolas acepta reiteradamente la relación amo-esclavo como legítima y se expresa con beneplácito del “sabio y fiel sirviente” que gustosamente atiende a su señor.43 Nunca promueve la igualdad, sino que instruye a la gente a aceptar su nivel social. En una ocasión, mientras compartía en una boda, expresó que nadie tiene derecho a ocupar un lugar más elevado “a menos de que un hombre más honorable que tú” lo reclame.44
Y los que se encuentran hasta el fondo de la pirámide social no despiertan en él una especial simpatía. Cuando una de sus admiradoras derrama un fino aceite sobre su cabeza, algunos de sus apóstoles se quejan de que el aceite pudo haber sido vendido por una buena suma y el dinero entregado a los pobres; sin embargo, Jesús desdeña su preocupación y les recuerda que los pobres siempre existirán “mientras que yo no estaré siempre entre vosotros”45 Como lo sugiere este incidente, él acepta la pobreza como una condición social inevitable y no muy preocupante.
Repetidamente, Jesús sana a “grandes multitudes” de todo tipo de enfermedades46 –excepto la enfermedad de la pobreza. Hay que hacer notar cómo celebra sus logros: “Los ciegos vuelven a ver, los lisiados vuelven a caminar, los leprosos quedan limpios y los sordos vuelven a oír, los muertos son resucitados y a los pobres se les predica el evangelio”47 En este caso, no existe una reversión milagrosa de sus penurias: los pobres no son rescatados del sufrimiento y deben contentarse con sermones.
Pablo y los otros apóstoles, junto con los primeros padres de la iglesia como San Agustín, San Ambrosio y San Juan Crisóstomo, nos ofrecen también la misma aceptación de las condiciones existentes de esclavitud, riqueza y pobreza. Origen, el afamado teólogo del Siglo III, revela la misma postura clasista que se podría esperar de un alto clérigo: “Ni siquiera un estúpido podría alabar a los pobres de manera indiscriminada; la mayoría de ellos poseen muy malos talantes”.48
Se nos dice que debemos obedecer toda autoridad, incluyendo la del emperador, el rey y los gobernadores, pues ella se deriva de Dios.49 San Pablo instruye a los esclavos a “considerar a sus amos como merecedores de todos los honores”50 y a “ser obedientes de todos los que sean sus amos…con temor y estremecimiento en su corazón, tal como lo harían con Cristo.”51 Por otra parte, San Pedro instruye a los esclavos: “deberán someterse a sus amos con temor” no sólo a los que son justos y generosos, sino también a aquéllos que son crueles.52
Un popular pasaje del libro de los Gálatas 3:28 “no hay ni esclavos ni hombres libres, ni tampoco hombres o mujeres, pues todos sois uno en Cristo Jesús”, se confunde generalmente con un mensaje de igualdad; sin embargo, significa todo lo contrario. Pablo simplemente está desconociendo la desigualdad social como un asunto importante, exhortando a sus seguidores a enfocarse en la igualdad etérea que disfrutarán a los ojos de Dios. Es decir, la clase social no importa, pues Dios ama a todos por igual –claro, con un amor que deja intactas a las altas jerarquías, sin importar lo injustas que sean.
Heridas auto-infligidas
El Padre Celestial del Nuevo Testamento perpetró algo tan terrible que ni siquiera Jehová fue capaz de cometer: preñó a una doncella inocente para que diera a luz a su hijo, aunque lo hizo de manera tan inteligente que ella siguió siendo virgen, tal vez como factor mitigante, además de ser una hazaña impresionante.53 Después del nacimiento virginal de Jesús, María concibió otros dos hijos de José, esta vez a la usanza tradicional.
Un crimen enorme en el Nuevo Testamento que ni siquiera es considerado como tal sino que es la esencia de la teología cristiana, es la crucifixión de Jesús, tal como lo decretó el mismo Dios. Ninguno de los sacrificios tradicionales serían suficientes esta vez. Nada menos que la brutal flagelación y asesinato del hijo de dios mismo por parte de los seres humanos, los hace merecedores de redención y vida eterna. Si a Jesús se le hubiese permitido seguir vivo y terminar su ministerio en paz, de todas formas se nos hubiese negado el ingreso al paraíso, de manera que debemos a sus crueles verdugos y asesinos, nuestro profundo agradecimiento. En otras palabras: gracias a Jesús el Cristo, tenemos garantizada la vida eterna. Nunca se nos explica por qué a Dios no se le hizo más sencillo otorgarnos la salvación, asumiendo que somos merecedores de ella, sin necesidad de forzar a algunos de nosotros a torturar y matar a su propio hijo.
Finalmente, haremos mención del libro más visionario –algunos lo llamarían “alucinante”- del Nuevo Testamento: las Revelaciones de San Juan Evangelista. En él se nos advierte sobre las terroríficas masacres que padecerán millones de seres humanos –incluidos los herejes, los renegados, los fornicadores, los hechiceros y los idólatras- quienes serán arrojados al mar de fuego y azufre “cuando llegue el gran día de la furia [de Dios]”52 De manera que el último acto estelar del cristianismo significa una carnicería global y tortura eterna para billones de no creyentes y “pecadores”. Y por todo esto debemos estar agradecidos con el Padre-e-Hijo, nuestro misericordioso y amoroso dios.
En otro pasaje del Nuevo Testamento, el fanático San Pablo, echando espuma por la boca, lanza las mismas denuncias furiosas sobre idolatría, fornicación, homosexualidad y “lujuria carnal”55 que advertimos en el Antiguo Testamento. Por otra parte, a las mujeres les prohíbe enseñar, usar adornos, hablar en el templo o visitar a sus amigos, instruyéndolas a vivir en casto y temeroso sometimiento a sus maridos y cualquier otro hombre que quiera dominarlas.56
Y respecto a las diferentes tribus y grupos humanos, el mismo Jesús oscila entre la igualdad universal y el tribalismo etnocentrista. Todos conocemos la Parábola del Buen Samaritano, quien de manera desinteresada ayuda a un israelita que había sido asaltado y golpeado por bandoleros.57 Este es un loable mensaje de hermandad: el Samaritano merece ser amado como nuestro igual. Por cierto, los samaritanos eran una secta rival y hereje que se había separado del judaísmo generaciones atrás.
No obstante, en otras ocasiones Jesús se escucha como un supremacista judío, como cuando regaña a una amable mujer samaritana porque “no sabes a quién veneras: nosotros sí lo sabemos y por ello, la salvación será para los judíos”58 Y cuando envía a sus doce discípulos a predicar, les ordena evitar a los gentiles y samaritanos: “pero vayan hacia las ovejas perdidas del pueblo de Israel”59 Y cuando una frenética mujer cananea le suplica llorando que rescate a su hija que ha sido poseída por el demonio, Jesús la hace a un lado por ser una gentil. En otro pasaje, explica alegóricamente que no puede tomar el pan de sus hijos (los israelitas) y dárselo a los perros (los gentiles). “En verdad, Señor” dice ella “incluso los perros comen los mendrugos de pan que caen de la mesa de su amo”. Impresionado por lo que considera una profunda devoción, Jesús cede y cura a su hija.60
La reivindicación del "verdadero" Jesús
Hay miembros de diferentes ramas del cristianismo que intentan reivindicar el legado de Jesús, una figura a quien todo mundo parece admirar. Con frecuencia, los que impulsan un cristianismo liberal y otros de convicción humanista, admiran a Jesús como el impulsor de la paz, el amor y la bondad. Asimismo, cristianos reformistas perciben a Jesús como el gran reformador social; también alguna gente de izquierda afirma que Jesús fue un revolucionario o, por lo menos, una suerte de líder radical, mientras otros están convencidos de que se enamoró de María Magdalena con quien se casó. Por otra parte, hay quienes dicen que Jesús evadía a las mujeres porque era homosexual.
Todos los que participan en este esfuerzo por rediseñar la figura de Jesús, lo hacen de acuerdo con su propia convicción, afirmando que las Sagradas Escrituras han sido alteradas y que, por lo mismo, presentan una figura nada confiable de él.61 En otras palabras, se argumenta que el Jesús que la Biblia nos vende no es el verdadero; por supuesto que sí, pero ese es el Jesús que es venerado y considerado como salvador, y es el que reina sobre la cristiandad, tal como se describe en el Nuevo Testamento…es el único Jesús que tenemos, ya que no existen otras fuentes que nos proporcionen un perfil definitivo. Lo único que nos queda es tratar de imaginar cómo habrá sido el Jesús histórico y qué fue lo que defendió, asumiendo que defendió algo además de su propia promoción, ocupando un lugar a la diestra de su padre celestial.
Como podemos constatar, el Jesús bíblico es, en ocasiones, capaz de expresar misericordia y tolerancia, ya que no comparte la obsesión de los fundamentalistas con la homosexualidad y, por otra parte, es francamente hostil hacia las lealtades familiares. Asimismo, es notoriamente indiferente respecto de la opresión y las diferencias de clases sociales, al tiempo que menciona de manera insistente palabras como condenación y fuego del infierno, repitiendo que sólo a través de él se puede alcanzar la salvación. Su discurso también reboza intolerancia y desdén hacia todos los que no se ciegan con la religión y no abrazan su grandilocuente afirmación de que él es el hijo que reina en el cielo y en la tierra junto con “mi Padre”. Su visión final es la de un inminente apocalipsis con la masacre de una multitud de seres humanos y la salvación de unos cuantos elegidos.
En virtud de todo lo anterior, el Jesús de la Biblia califica muy bien como el fundador y pionero de un cristianismo intolerante que se encaminó al poder con el apoyo del Imperio Romano ejerciendo una gran influencia durante casi dos milenios. Actualmente podemos ver a millones de devotos que esperan el Juicio Final, convencidos de que se encuentran entre los Elegidos que ascenderán al cielo al tiempo que atestiguan gozosos, cómo los libertinos y liberales se retuercen y gritan en un mar de fuego por toda la eternidad. Linda gente todos estos soldados de Cristo y amantes de lo divino…
Capítulo 5
¿Quién mató a Jesús y todos los demás judíos?
La intolerancia religiosa surgió inevitablemente con la creencia en un solo Dios. 'Sigmund Freud'
En la primavera de 2004, el actor hollywoodense Mel Gibson realizó una película titulada La pasión del Cristo (The Passion of the Christ), una implacable entrega del suplicio final de Jesús gráficamente mostrado con la sangrienta flagelación que pareció durar más que Lo que el viento se llevó. Este filme despertó, sin duda alguna, la furia de los fundamentalistas, mientras que espectadores menos entusiastas lo denunciaron por pretender culpar a los judíos por la crucifixión de Jesús. Gibson defendió su obra alegremente argumentando que tomó las Sagradas Escrituras como su infalible guía. "Todo está en la Biblia", nos aseguró.
Culpa colectiva heredada
Gibson pertenecía a la secta de rito latino escindida de la iglesia católica, promotora de una turbia política de ultraderecha. Intencionadamente o no, esta película resucita la vieja imagen de los judíos como asesinos de Cristo, una acusación que, aparentemente, fue desechada por el Concilio Vaticano II en 1965, cuando los prelados católicos repudiaron explícitamente esta noción de la culpabilidad judía.
Si nos atenemos a las Escrituras para determinar este asunto, acabamos con una historia mezclada e inconsistente, como ocurre casi siempre. Los primeros tres evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) indican que la "multitud" judía apoyaba los sermones de Jesús, el predicador disidente, además de protegerlo, lo que obligaba a los sacerdotes fariseos a ser cautelosos ya que "querían aprehenderlo, pero temían a la gente"1 Nada de esto se menciona en el filme y, por el contrario, Gibson presenta a los fariseos y a la comunidad como uno solo, con los pulgares hacia abajo contra el hombre de Galilea.
Sin duda, la mayoría de los que complotaron contra Jesús eran judíos, pero también lo eran los que lo apoyaban, al igual que sus apóstoles que fueron por los países a difundir su palabra y, por supuesto, también lo fue el mismo Jesús. De hecho, con excepción de los invasores romanos, virtualmente todos eran judíos por lo que afirmar que “los judíos mataron a Jesús” no es más cierto que decir que “los Judíos amaban y seguían a Jesús”.
Los romanos seguramente veían con suspicacia las enseñanzas nacionalistas de un mesías que algún día lideraría al pueblo elegido de Dios a una rebelión triunfante. Si los romanos actuaron contra Jesús fue porque temían que incitara a los pobres a rebelarse contra el yugo imperial; por otra parte, todos los sacerdotes del templo eran nombrados por los romanos y, dada su privilegiada posición, debieron haber experimentado la misma inquietud hacia Jesús que sus amos.
Además de lo anterior, a los judíos devotos seguramente se les hacía difícil reconocer a Jesús como el mesías, ya que su apariencia no correspondía a la de un poderoso rey que pudiera expulsar al opresor y liberar a su pueblo. Por el contrario, Jesús era un humilde itinerante seguido por un puñado de discípulos pertenecientes a la misma clase baja que él, a los que se les unía de vez en cuando, una multitud empobrecida. En realidad, fue San Pablo y sus fanáticos los que declararon que Jesús era no sólo el Mesías sino Dios mismo, insistiendo en que había encarnado temporalmente en hombre para sacrificarse, sometiéndose a una cruel y vergonzante muerte para salvación de todos los que creyeran en él. Esta narrativa era considerada por muchos judíos (y paganos), como una locura difícil de aceptar.
Se piensa que los padres de la iglesia se pudieron haber basado en San Pablo para culpar de la muerte de Jesús a los judíos, en lugar de responsabilizar a los romanos, probablemente con miras a ganarse la simpatía del imperio. Pablo puso todo el empeño en la confección de un nuevo monoteísmo especialmente diseñado para los gentiles.2 Solía enderezar diatribas contra la comunidad judía, refiriéndose a los “revoltosos y engreídos habladores y mentirosos, especialmente los de la circuncisión”3 También denunciaba “a los judíos que mataron tanto al Señor Jesús como a sus profetas y nos han perseguido (a nosotros, los gentiles); aquellos no gratos a los ojos de Dios y enemigos de todos los hombres”4
Pablo no menciona ninguno de los hechos ocurridos en vida de Jesús –excepto su muerte y resurrección- probablemente porque no sabía nada de ellos. Transformó a Jesús de predicador judío a deidad universal, rodeada de grandiosos escenarios de divino sacrificio y salvación eterna, apuntando el dedo acusador hacia los judíos, calificándolos de incrédulos y verdugos. Desafortunadamente, Pablo no es la única autoridad bíblica que sirve de fuente para promover la imagen de los judíos como asesinos de Cristo. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se refieren específicamente a los fariseos, escribas, ancianos y sacerdotes como opositores de Jesús; sin embargo, en el cuarto evangelio –erróneamente atribuido al apóstol Juan- aun cuando fue escrito desde una perspectiva hostil y ajena al judaísmo, rara vez describe a los sacerdotes y escribas como los perpetradores y, en cambio, repetidamente acusa a “los judíos” de buscar la muerte de Jesús.5
Igualmente inverosímil es la escena descrita en el evangelio de Mateo mostrada en la película de Gibson y repetida incansablemente en numerosas representaciones eclesiásticas hasta nuestros días, en la que el gobernador romano Poncio Pilatos se lava las manos y expresa una atípica y noble actitud de ser “inocente por la sangre de este hombre”. A Pilatos se le retrata como un justo y bondadoso oficial romano que no quiere ser responsable de la muerte de un inocente. En realidad, de acuerdo con las crónicas seculares de la época, durante los diez años que gobernó Judea, Pilatos se dio a conocer por su rapacidad, violencia y crueldad. El hecho de afirmar que se doblegó mansamente ante una ruidosa multitud, mostrándose “muy temeroso”6 contradice todo lo que sabemos sobre él con base en fuentes contemporáneas. “El control brutal de las masas era su especialidad”7 Más aún, de haber sido la gente del pueblo la que ordenó su muerte, ésta habría sido llevada a cabo con piedras o cuchillos, ya que la crucifixión era una forma de ejecución típicamente romana, consistente en un salvaje procedimiento que se practicaba con regularidad en varios lugares del imperio y que requería de la brutalidad de una cuadrilla de soldados muy bien entrenados. Jesús fue ridiculizado, flagelado y clavado en una cruz por los romanos “los que sustentaban el verdadero poder”8
Probablemente, la escena más inverosímil está contenida en Mateo 27:24-25, en la que Pilatos entrega a Jesús a la multitud que gritaba “Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos”. ¿Acaso la comunidad judía ahí congregada había enloquecido al atribuirse este crimen y cargar con la culpa homicida junto con su progenie? Escrituras o no, sólo una teoría grotescamente racista promotora de la culpa colectiva, es decir, todos los judíos de esa época fueron responsables por su muerte- y la culpa heredada: todos los judíos en toda la historia, son responsables, nos haría culpar por la muerte de Jesús a decenas de millones de gente a lo largo de dos mil años que no tuvieron nada que ver en el asunto. Incluso en esos días, los ancianos del templo que denunciaron a Jesús formaban una minúscula parte de los dos millones de judíos que vivían en Palestina y que en su mayoría ni siquiera tuvieron contacto alguno con él durante la breve duración de su ministerio. Por otra parte, los otros tres o cuatro millones que habitaban en Antioquía, Alejandría, Roma, Atenas y otras ciudades, estaban muy poco enterados de lo que ocurría en Jerusalén y, por lo tanto, nunca oyeron hablar del hombre de Nazaret…ciertamente no en el año 33 D.C.
Santos que odian a judíos
En los siglos subsecuentes, la imagen de los judíos como asesinos de Cristo fue acogida con entusiasmo por los líderes de la iglesia. Edictos, sermones, cartas pastorales y concilios papales arremetieron de manera contumaz contra los judíos por haber crucificado a Jesús y por negarse a aceptar el cristianismo. San Ambrosio, arzobispo de Milán, celebró el incendio de una sinagoga por parte de una multitud de cristianos con estas palabras: “no deberá haber lugar donde Cristo sea negado”9 Por su parte, San Agustín declaró que “la verdadera imagen del hebreo es la de Judas Iscariote, quien vendió al Señor por unas monedas de plata. El judío…cargará por siempre con la muerte de Jesús”10 mientras que San Jerónimo pronunció la siguiente advertencia “Los judíos son mentirosos natos que empujan a los cristianos a la herejía y, por lo tanto, deberán ser castigados hasta que confiesen”11 Más de 800 años después, Santo Tomás de Aquino consideró legal y deseable el esclavizar a perpetuidad a los judíos por su crimen [asesinar a Cristo]”12
Jerónimo, Ambrosio, Agustín y Aquino no eran frailes ignorantes sino teólogos con gran influencia que, posteriormente, fueron canonizados como Santos cuyas enseñanzas adquirieron respetabilidad por su odio a los judíos, mismo que prevalece hasta nuestros días.
Durante la Reforma Protestante, Martín Lutero fustigó a los judíos por su negativa a sumarse a su supuesta versión mejorada del cristianismo: algo “maligno y venenoso es la existencia de estos judíos…son nuestra plaga, tormento e infortunio”13 En su libro Sobre los judíos y sus mentiras Lutero demandó su deportación a Palestina y el incendio de sinagogas.
Numerosos hallazgos arqueológicos en Italia y cerca de Galilea que datan de los primeros siglos del cristianismo, revelan la existencia de comunidades estrechamente cercanas de judíos y cristianos viviendo en armonía.14 Aun cuando durante el oscurantismo (500 – 1000 D.C.) la jerarquía eclesiástica y política emitió una infinita serie de decretos de condena sobre la interacción social entre cristianos y judíos, éstos eran generalmente ignorados por la población. De hecho, los cristianos convivían muy bien con los judíos y "las relaciones mercantiles se generaban de manera libre y estrecha, con sociedades mercantiles entre los adherentes de ambas religiones."15
El judío exhibido como verdugo de Cristo y perpetrador de envenenamientos, asesinatos rituales de niños cristianos, profanación de la hostia sagrada y otras abominaciones “es una noción creada, en su totalidad, por la teología…el campesino europeo tenía que aprender –y lo hacía lentamente- a comparar al judío descrito por los teólogos redactores de la Biblia, con su vecino cuya amistad disfrutaba y con quien colaboraba y hacía negocios.”16 La gran mayoría de gente no compartía la preocupación de la jerarquía sobre los herejes e infieles ni tampoco mostraba especial interés en la religión misma, aferrándose más bien a la magia, la brujería y otras creencias pre-cristianas.
El antisemitismo fue reiteradamente empleado por las élites gobernantes para distraer al populacho de sus verdaderas penurias y los abusos perpetrados contra ellos con el despojo de sus tierras, los impuestos y los diezmos que se les obligaba a pagar…preferible que la gente atacara sinagogas que desquitar su furia contra los castillos, los monasterios o las catedrales donde residían sus verdaderos explotadores, sus hermanos cristianos. En otras palabras, el judío proscrito oficialmente servía como conveniente chivo expiatorio al que se culpaba de las plagas, la peste, la pobreza, la hambruna y otras supuestas manifestaciones de divino enojo.18
A lo largo y ancho de toda la Cristiandad, a los judíos se les impuso una serie de impedimentos que eventualmente los estigmatizaba a los ojos de los creyentes: impuestos especiales, segregación, confiscación de propiedades e incendio de sinagogas. También se les prohibió ocupar puestos públicos y ejercer otras profesiones. Igualmente, les estaba vetada la posesión de tierras de cultivo o desempeñar actividades de exportación e importación. En varios lugares, las autoridades también reprimían todo tipo de contacto entre judíos y cristianos; incluso había ocasiones en que a los padres les quitaban a sus hijos para ser entregados a familias cristianas o monasterios con el fin de convertirlos.
En 1215, por iniciativa del Papa Inocencio III, el Cuarto Concilio de Letrán adoptó una serie de medidas contra los judíos en Europa que incluían ostracismo social y uso de una gorra distintiva que los marcaba a todos como una raza de parias. Sin embargo, en países como España “ninguna clase social, excepto el clero, mostraba inclinación por atacar a los judíos quienes, debido a su inteligencia e iniciativa, contribuían a la prosperidad de la nación”, según menciona Malcolm Hay, quien, por cierto, era un gentil.19
Cerca de la época medieval, los esfuerzos de la iglesia para enemistar a los cristianos con los judíos empezaron a surtir el efecto deseado; pero incluso entonces, la muchedumbre que atacaba y despojaba a los judíos tenía que ser arengada por los nobles y prelados que veían la oportunidad de apropiarse de sus posesiones.
Del siglo XII al XV, generalmente en respuesta al llamado de la nobleza y el alto clero, las comunidades judías fueron masacradas en Alemania, Inglaterra, Hungría, España y Ucrania, y sus propiedades confiscadas por los promotores de la matanza.20 Sólo de manera ocasional, las autoridades eclesiásticas emitían condenas contra atrocidades anti-judías, pero nunca se retractaron de los llamados de la jerarquía que incubaban tal violencia.
Ya para los siglos XIV y XV, ni siquiera la conversión al cristianismo significaba un escape de la persecución, siendo los judíos que ya se habían convertido el primer objetivo de la Inquisición española. Miles de conversos fueron quemados en la hoguera por los inquisidores que consideraban “el estigma de la sangre judía” como un contaminante que impedía la afiliación religiosa, sentando las bases para el antisemitismo nazi. A mediados del Siglo XVII en Europa oriental, las víctimas judías eran despellejadas vivas, asadas sobre carbón, quemadas en la hoguera o cocidas en agua hirviente.
A partir del Siglo XIX en adelante, después de constantes luchas, los judíos empezaron a emanciparse en varios países y ya para fines de siglo, el gobierno italiano les reconoció igualdad de derechos, algo que el Papa Pío IX ignoró olímpicamente, aunque sin éxito. De hecho, para desviar la atención del público, Pío emitió una serie de proclamas antijudías al tiempo que se publicaba ataques antisemitas por toda Europa.
El teólogo jesuita Peter de Rosa hizo notar que mientras la Iglesia Católica Romana publicó más de cien documentos antijudíos, nunca pronunció una sola encíclica o directiva pastoral positiva hacia los judíos a lo largo de los siglos.22 No fue sino hasta 1959, bajo las órdenes del Papa Juan XXIII –descrito por Enciclopedia Judaica como “el primer papa que mostró una gran preocupación personal por los judíos y el judaísmo” – cuando fueron eliminados de la liturgia del Viernes Santo, pasajes conteniendo frases como “los pérfidos judíos”.
Lamentablemente, el Vaticano ha ido en retroceso desde la época de Juan XXIII. En 2008, Benedicto XVI pronunció una oración de Viernes Santo que incluyó el siguiente pasaje: “Recemos por los judíos. Que Dios nuestro Señor ilumine sus corazones para que reconozcan a Jesucristo, el Salvador de todos los hombres.”23
Pavimentando el camino para Adolfo [Hitler]
La imagen del judío malvado propagada por papas, obispos y santos a lo largo de los siglos, se reproduce mutatis mutandis (adaptada a la época) en la propaganda nazi. En Mein Kampf (Mi Lucha) Adolfo Hitler caracterizó su guerra contra los judíos como una santa cruzada: "Estoy actuando de acuerdo con la voluntad del Creador Todopoderoso; al defenderme contra los judíos, estoy luchando por la obra del Señor."
Los nazis incorporaron a sus políticas no sólo las prédicas antijudías de la iglesia católica, sino también sus prácticas. Fue la iglesia la que impulsó el desplazamiento forzado, los impuestos especiales, la prohibición para ocupar puestos públicos, el veto para casarse con gente no judía, el incendio y saqueo de sinagogas, el incendio de hogares, negocios y literatura seglar y las masacres contra los judíos. Todas estas acciones terroríficas del nazismo estuvieron precedidas por siglos de cristiandad.
Ya avanzado el Siglo XX, órdenes religiosas como los jesuitas todavía imponían reglamentos sobre pureza racial, prohibiendo la inclusión de los “descendientes de hebreos o sarracenos.” Todas estas normas “son el antecedente de las Leyes Raciales de Nuremberg”.
Ante las atrocidades espantosas cometidas por los nazis durante el Holocausto, el Papa Pío XII permaneció silencioso, pues supuestamente no podría arriesgarse a recibir reacciones contrarias por parte del nazismo contra las iglesias católicas y fieles en la Alemania de Hitler. Pero estas preocupaciones sobre acciones en contra del Vaticano no le impidieron expresar vehementes condenas a los gobiernos y partidos comunistas durante la Guerra Fría, incluyendo la excomunión en 1949 de todos los miembros de los partidos comunistas a nivel mundial.25 Es decir, la jerarquía romana no apoyó a los rojos pero sí se encariñó con los nazis. De los numerosos católicos alemanes que jugaron un papel muy activo en el Holocausto, ni uno solo fue excomulgado, ni siquiera Hitler. Tal como lo subraya I.F. Stone, la iglesia católica romana denunció furiosamente al marxismo en sus dos variedades, la social demócrata y la comunista “pero en todos lados le dio la bienvenida al fascismo: en Italia, Alemania, España, Austria, Eslovaquia y Hungría.”26
En el año 2000, el Papa Juan Pablo II emitió una disculpa formal por la violencia e injusticias contra los creyentes de otras religiones, cometidas o condonadas por los católicos durante los últimos dos mil años. Refiriéndose a pecados contemporáneos, pidió a su grey el condenar el laicismo, el relativismo ético, el aborto y la indiferencia hacia la pobreza.27 El papa no hizo referencia a la activa colaboración con el nazismo mantenida por varios líderes eclesiásticos, así como la pronunciada simpatía de la jerarquía católica en muchos lugares. En Croacia, toda la élite religiosa incluyendo a los Franciscanos, jugaron un rol fundamental en las conversiones forzadas, tortura y exterminio en masa de serbios, judíos y gitanos.28 Juan Pablo II tampoco mencionó los siglos de difamación y atrocidad en contra de las poblaciones judías por parte de prelados, inquisidores y multitudes manipuladas por la iglesia católica.
Visto desde un contexto histórico, el Holocausto no es la brutalidad inexplicable que se intenta mostrar. Cuando llegaron los nazis, el mensaje venenoso cayó sobre suelo fértil preparado por la vieja guerra del catolicismo contra los judíos. Los largos siglos de calumnias y crímenes anti-judaicos que continuaron hasta la época moderna, ayudó a pavimentar el camino hacia el Holocausto mismo. En comparación con todo esto, una breve expresión de arrepentimiento por parte de un papa vendría a ser una miserable compensación…poco más que un intento de hacer olvidar la violencia contra los judíos sin asumir responsabilidad por ella.
A partir de 2005, en una serie de demandas legales, los sobrevivientes de los campos de concentración acusaron al Vaticano de ocultar los bienes saqueados en Yugoslavia durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis croatas. Al Vaticano también se le acusó del lavado del patrimonio robado por los nazis en Croacia a los judíos recluidos en los campos de exterminio entre 1941 y 1945, incluyendo el oro dental retirado de los cadáveres de las víctimas. Los abogados del Vaticano argumentaron que la iglesia no era responsable porque el exterminio perpetrado por el régimen nazi en Croacia contra cientos de miles de inocentes, no violaba ninguna ley internacional en esos momentos.29
Al igual que el Vaticano, muchas iglesias protestantes muestran un récord lamentable de colaboración con el régimen hitleriano. Prominentes teólogos protestantes y pastores aclamaron entusiastamente al nazismo como el antídoto necesario para la herejía moderna. Asimismo, exhortaron a todos los alemanes a sentirse “responsables ante Dios y apoyar la labor del Führer.” El apoyo a Hitler “en todas las cosas” era un “llamado directo de Dios.”30
En suma, en lugar de dejarse atrapar por debates inspirados en películas sobre la culpabilidad o no de los judíos por la muerte de Jesucristo, deberíamos prestar atención seria a cómo y por qué los promotores del cristianismo asesinaron a tantos judíos.
Parte II
¿Divino diseño?
Capítulo 6
Metiendo la pata de maneras misteriosas
En lo profundo de mi corazón estoy en permanente conflicto con Dios por permitir que sucedan estas cosas. 'Mohandas K. Gandhi' (en relación con la Segunda Guerra Mundial).
La forma como Dios trata a sus fieles devotos en el presente, nos debería poner a reflexionar. En muchos casos se trata de una re-edición del “trabajito” contra Job. Sin importarle lo horrenda que puede llegar a ser la vida, nos conmina a “confiar en el Señor con todo tu corazón” pues “él guiará tus pasos”.1
Porque Él nos ama
Muchos fieles alrededor del mundo padecen como resultado de catástrofes naturales; algunos mueren como resultado directo de sus afanes religiosos, como ha ocurrido en las peregrinaciones a la Meca donde multitudes de fieles musulmanes han sido aplastadas en estampidas de gente tratando de llegar a esta ciudad sagrada antes del ocaso. En 1990, alrededor de 1,400 peregrinos perecieron; en 2004, en un incidente similar fallecieron 245, y en 2006 otros 360 perdieron la vida y cerca de 1,000 resultaron heridos. En respuesta a esta última estampida, el Príncipe heredero Sultán bin Abdel Aziz declaró: “no podemos impedir lo que Dios ha predestinado. Es imposible.”2
En 1966, por lo menos 113 peregrinos hindúes desnudos y cubiertos de ceniza, perecieron en una tormenta de nieve en el Himalaya mientras se dirigían hacia una estalagmita que creían que representaba el falo del dios Shiva. Por supuesto que podríamos entender que el dios judeocristiano castigue a los que practican el desnudismo en público y adoren las partes privadas de deidades paganas; sin embargo, en otro incidente ese mismo año, 25 peregrinos cristianos que se dirigían a un pueblo en Brasil para venerar a la Virgen de Nazaret, se ahogaron cuando se hundió el sobrecargado bote donde viajaban. Así fue como el omnipotente Jesús dejó morir a estos fieles que, con toda seguridad, eran gente decente y que no sólo creían en él sino que también adoraban a su madre.
Por otra parte, después de que una enorme ola arrasó y mató a 3,000 personas en Papua, Nueva Guinea, el diario satírico The Onion publicó un irreverente reportaje sobre una conferencia de prensa sostenida por Dios para explicar las razones de lo ocurrido: “El Señor anunció el lunes que asesinaría a los isleños como parte de su legendaria política de ‘actuar de maneras misteriosas’, considerando los desastres naturales como ‘parte de mi plan divino y oculto para la humanidad’.” El Señor también pudo declarar lo mismo en relación con las más de 250,000 almas que murieron como resultado del tsunami en el Océano Índico de diciembre de 2004, o respecto de muchas otras catástrofes anteriores y posteriores.
La creencia en una deidad benevolente se mantiene, en parte, a través de un proceso de percepción selectiva. En una ocasión en que casi 22,000 personas murieron debido a un terremoto magnitud 7.6 en Pakistán, en el año 2005, uno de los sobrevivientes convencido de que su dios lo había salvado, sin percatarse para nada de los miles que habían fallecido, gritó: “¡Alá es grande!”3 En el año 2003 un transbordador de los E.U. explotó en el aire matando a 7 astronautas y regando miles de piezas sobre todo Texas. Afortunadamente nadie resultó herido pero muchos creyentes alabaron a su dios por protegerlos. Incluso en una marquesina en Hemphill, Texas, se leía: “GRACIAS A TI, SEÑOR, PORQUE NOS PROTEGISTE A TODOS AQUÍ EN TIERRA. ERES GRANDIOSO.”4 Ni una sola palabra se mencionó sobre la actuación nada admirable de dios respecto de los astronautas muertos.
Cuando la gente sobrevive al peligro, proclama que sus plegarias han sido escuchadas, pero cuando perecen personas, a nadie se escucha decir “nuestras oraciones no fueron oídas” y ningún medio de comunicación lamenta la inutilidad de rezar; por el contrario, los fieles aseguran que “Dios se llevó a la víctima al cielo”. En suma, la eficacia de los rezos no tiene duda para ellos: ya sea que haya sobrevivientes o muertos, siempre se interpreta como evidencia de la respuesta amorosa del Señor.
Aparentemente, el dios cristiano está particularmente atento de nuestras plegarias en tiempos de guerra. En una carta enviada por Donna Kohout, capitana de la Fuerza Aérea de los E.U. a los miembros de su iglesia en Dillon, Colorado, habla de sus experiencias en el conflicto en Irak: “Todavía alabo a Dios por la oportunidad de servir en la guerra más prolongada de nuestros días y atestiguar las maravillas que llevó a cabo en la base aérea de Arabia Saudita donde yo vivía.” Y citó varios sitios bíblicos que sobrevoló incluyendo “el Jardín del Edén.” Y cómo fue prácticamente un milagro que los iraquíes no pudiesen derribar ninguno de los aviones norteamericanos que los atacaban. “Alabado sea el Señor por la protección que ha brindado a muchos de nosotros durante los últimos meses.”5
Dándonos una lección
Dicho todo lo anterior, es menester hacer notar que los fieles siempre perciben la muerte y la destrucción como un merecido castigo por parte de un dios enojado. A lo largo de los siglos, la plaga, la peste, la hambruna y los diluvios han sido interpretados como señales del disgusto del Señor con nosotros por no haber cumplido con sus dictados. En 1675, las tribus indias en los E.U. lucharon contra el ejército del Rey Jorge para impedir la invasión inglesa en Nueva Inglaterra, asesinando a cientos de colonos y destruyendo varios asentamientos. Los puritanos vieron esta catástrofe como castigo divino por su incapacidad de convertir a los herejes nativos al cristianismo y por conducirse ellos mismos de maneras menos piadosas que sus predecesores calvinistas.
En nuestros días prevalece todavía la misma mentalidad. Poco después de los ataques de septiembre de 2001 en contra del Pentágono y las Torres Gemelas que causaron cerca de 3,000 muertes, el evangelista Jerry Falwell concluyó que lo sucedido fue un castigo de dios contra los E.U. por dar cobijo “los paganos, a los abortistas y feministas, así como a los homosexuales y lesbianas.”7, algo con lo que coincidió su anfitrión en la TV, Pat Robertson.
El diluvio que destruyó los suburbios más pobres en Nueva Orleans como corolario del huracán “Katrina” en 2005 fue acogido por el congresista republicano Richard Baker, de Baton Rouge, como una intervención divina pues “finalmente nos libramos de los barrios miserables en Nueva Orleans. Nosotros no pudimos lograrlo pero Dios sí”8 En el mismo espíritu, el alcalde de Gulfport, Mississippi, proclamó: “El valor de los bienes inmuebles va a irse a las nubes aquí. Toda la mugre ha sido barrida…Dios intervino y limpió todo para nosotros.”9
El desastre conocido como “Katrina” fue celebrado por el Pastor John Hagee (el otrora ministro del senador McCain) como un castigo a las costumbres sibaritas de Nueva Orleans, incluyendo un “desfile homosexual”10 Pero entonces, cuál sería la explicación para el tornado en Iowa ocurrido algunos años después y que causó heridos y muertos entre los Boy Scouts, caracterizados por sus posturas contra los homosexuales y ateos? Pues, aunque parezca increíble, Hagee aventuró esta respuesta: “si bien es cierto que todos los fenómenos naturales representan “la voluntad permisible” de Dios, es un error pensar que cada desastre es el resultado del pecado, pues “nadie en este mundo conoce la mente del Señor.” Aquí tenemos una rampante muestra de percepción selectiva: cuando Dios asesina a libertinos y reinas de Nueva Orleans, Hagee lo atribuye a la voluntad divina con certeza instantánea, pero cuando el Señor barre con muchachos superpatriotas, se trata de algo misterioso más allá de nuestra pobre comprensión.11
Plegarias al gran tomador de decisiones
A lo largo de los siglos se ha exhortado a los fieles a creer ciegamente en el poder de la plegaria. Una variedad de libros y artículos proclaman que rezar puede sanar y que la fe religiosa es capaz de hacer a la gente casi invulnerable a las enfermedades, tal como lo prometió Jesús.12
Entre 2002 y 2005, la administración Bush invirtió más de .3 millones de dólares en “investigación sobre el poder de la plegaria.”13 Sin embargo, una serie de estudios sistemáticos sobre pruebas aleatorias y doble ciego publicadas en revistas médicas de excelente reputación tales como Lancet, Mayo Clinic Proceedings, y Archivos de Medicina Interna, no encontraron eficacia alguna en la oración. En cada caso, se rezó por cientos de pacientes del corazón que no mostraron mejores oportunidades de sobrevivencia que los grupos de control por los que no se ofreció ninguna plegaria. Algunas de estas pruebas fueron conducidas por investigadores médicos que eran partidarios del uso de los rezos como complemento del tratamiento médico.14
De cualquier forma, nos preguntaríamos por qué Dios salvaría sólo a aquéllos por los que se rezó dejando morir a los demás. ¿Por qué sería indiferente hacia los pobres y solitarios por quienes nadie ofreció plegarias? ¿Acaso el Señor opera como cualquier político que sólo responde a los cabilderos más persistentes?
Un estudio más descorazonante publicado en el American Heart Journal que involucró a tres grupos de pacientes del corazón, reveló que el grupo que supo que iban a rezar por él experimentó peores complicaciones que los que no recibieron ninguna plegaria, debido a que los primeros se sintieron más ansiosos al pensar que se oraba por ellos porque su pronóstico era malo, lo cual los afectó de forma negativa.15 Este descubrimiento corrobora una investigación previa efectuada por la Universidad de Nuevo México, la cual demostró que a los alcohólicos en rehabilitación les iba peor cuando sabían que se rezaba por ellos.16
Como quiera que sea, el poder curativo de la oración parece funcionar sólo para aquellas enfermedades y dolencias que tienen un fuerte potencial de recuperación natural sin necesidad de rezos. Nadie en posesión de sus facultades mentales podría siquiera contemplar la posibilidad de que las plegarias logren que vuelva a crecer un miembro amputado.17 Y nadie (en nuestros días) esperaría que el rezar haga que resuciten nuestros seres queridos, aun cuando se dice que Jesús lo hizo con Lázaro, urgiendo a sus discípulos a emular su hazaña.18 Pero si las plegarias despiertan la intercesión divina, entonces por qué no pedimos al dios omnipotente resucitar a nuestros seres queridos o remplazar un ojo, o evitar que envejezcamos, restaurando nuestra juventud y salud para vivir con vigor por 300 años, por ejemplo? O ¿por qué no deshacer los daños causados por un desastre natural que ha destruido muchas vidas y hogares? Todo parece indicar que no se puede lograr a través de la plegaria lo que normalmente se consigue de manera natural.
Si bien es cierto que la oración no logra la intervención divina sí es capaz de reconfortar a todos los que rezan y por ello, lograr resultados en una que otra ocasión. Ha habido evidencias que sugieren que las visualizaciones, la meditación, ejercicios de respiración, cánticos repetitivos y otras prácticas similares pueden tener un efecto curativo en las personas al calmar la mente, relajando el cuerpo y mejorando la circulación además de fortalecer el sistema inmunológico de alguna manera. La mente puede influir notablemente en el cuerpo, para bien o para mal, de la misma forma que el cuerpo puede afectar la mente. Sin embargo, no debemos confundir el efecto curativo sicológico con el tipo de poder curativo que supuestamente tiene la oración por medio de una fuerza sobrenatural ajena a nuestro propio organismo que, además, tiene la capacidad de sanar a otros por los que se reza. La evidencia no existe todavía.
Finalmente, debemos preguntarnos si una deidad que se precie de serlo se ufanaría por los rituales y plegarias que se le ofrecen para realizar curas poquiteras de una que otra enfermedad. En este sentido, el renombrado rabí del Siglo XII Moisés Maimónides pensaba que poco favor se le hacía a Dios con atribuirle características humanas y, por lo tanto, que era un error el acudir a él con peticiones pedestres. De acuerdo con Maimonides, Dios no posee rasgos particulares sino que reina en munificente silencio y la reverencia que se le muestre, si bien tiene cierta validez, nunca debería estar animada por cuestiones mundanas.19
La costumbre de considerar sucesos infortunados como prueba de la influencia directa de Dios en asuntos terrenales y con ello intentar respaldar la veracidad de la religión personal, fue duramente criticada nada menos que por el afamado ensayista del Siglo XVI Michel de Montaigne, pese a que era un devoto católico y un monárquico conservador. No obstante, despreciaba las cruentas guerras religiosas de su tiempo y reprobaba a todos los que de manera absurda, pretendían discernir la “inescrutable sabiduría” de Dios. “Lo que considero un error es nuestra mala costumbre de querer respaldar nuestras creencias religiosas con el pretendido éxito de nuestras acciones”20 El presumir que “el cielo está siempre interesado en nuestras insignificancias” sólo disminuye la magnificencia de Dios, de acuerdo con Montaigne. No obstante, estas mismas insignificancias infladas a manera de sacramentos capaces de salvar almas, se han convertido en la moneda de cambio de muchos paladines religiosos.
Las furias de la fe
Las maravillas de Dios nunca son más misteriosas –y dañinas- que cuando son propagadas por la misma religión, a la que, al mismo tiempo, se le considera impulsora de virtudes morales, aunque observando la realidad y la historia, no podemos menos que notar cuán frecuentemente los credos religiosos han servido como instrumentos que promueven la intolerancia, la autocracia y las atrocidades. “Cuando la religión se convierte en la fuerza que gobierna una sociedad” afirma James Haught “produce horror”. A medida que son más fuertes las creencias en lo sobrenatural, se agrava la deshumanización…La ‘Era de la Fe’ consistió en una época de sacrosantas masacres. En cuanto la religión dejó de controlar gradualmente la vida diaria, emergió y se arraigó el concepto de los derechos humanos y las libertades personales”22
La historia del cristianismo y las otras dos grandes religiones está cargada con hechos de violencia y represión. Los fanáticos alegan que han recibido el mandato divino de matar a miembros de otros credos, celebrando cada matanza como un acto de limpieza moral en nombre de Dios. A lo largo de los cinco primeros siglos de cristianismo, fueron asesinados muchos más cristianos por sus propios correligionarios que por los mismos romanos en el coliseo. Las masacres sectarias continuaron en todas las épocas y fueron dirigidas contra los herejes de las demás doctrinas, transformándose continuamente en verdaderas guerras como en el caso de la Reforma.23
Adicionalmente, se registraron prolongadas hostilidades contra todos los infieles. En 1099 los cruzados “purificaron” la Ciudad Santa de Jerusalén masacrando virtualmente a cada residente musulmán, haciendo que un cronista exclamara con regocijo: “Cosas maravillosas han ocurrido…muchos sarracenos fueron decapitados…otros fueron atacados con flechas o forzados a saltar de las torres; otros fueron torturados por varios días y luego quemados en la hoguera. En las calles se podía ver pilas de cabezas, manos y pies…se trató del juicio divino de Dios.” Un siglo más tarde, durante la Tercera Cruzada cuando Ricardo Corazón de León asesinó a los habitantes en Acre, incluyendo mujeres y niños, otro cronista se congratuló: “Todos fueron exterminados…por ello, ¡alabado sea el Creador!” La muerte de cada pagano fue celebrada por San Bernardo de Clairvaux así: “Glorificamos al mismo Jesucristo.”24
Lamentablemente, las cosas no han mejorado en nuestros días. Los hindúes y los musulmanes se han estado matando unos a otros en la India y Cachemira; los islamistas y cristianos se han atacado y asesinado entre ellos en Nigeria, Egipto y las Filipinas, mientras que entre 2006 y 2008 en Sudán, la población se ha enfrascado en una cruenta guerra civil. Por otra parte, militantes musulmanes han aniquilado maestros e incendiado escuelas en el sur de Tailandia, provocando actos de venganza de budistas contra musulmanes. En una provincia de Indonesia se ha registrado una larga historia de violencia entre cristianos e islamistas que ha provocado miles de muertes y la decapitación de niñas.25 De manera intermitente y a lo largo de los últimos setecientos años, fanáticos cristianos e islámicos se han estado masacrando unos a otros en Abisinia y el Cuerno de África y durante décadas, protestantes y católicos se han asesinado mutuamente en el norte de Irlanda, mientras que judíos y musulmanes han estado haciendo lo mismo en Palestina. Aun cuando la rivalidad religiosa no es la única fuente de conflicto –como cuando el nacionalismo, el imperialismo, la etnicidad, las clases sociales y las diferencias idiomáticas se mezclan- la furia de la fe sigue siendo un factor fundamental en el derramamiento de sangre.
Justificado o no, se considera a los extremistas musulmanes como los fanáticos religiosos más feroces. En Irak, después de la invasión de los E.U., los musulmanes se enfrascaron en una guerra prolongada y sectaria contra otros musulmanes, ocasionando decenas de miles de muertes. Por otro lado, musulmanes han aniquilado a no creyentes en Egipto, Irak, Afganistán, Argelia, Palestina y otros lugares. En 1955 y apoyado por el ejército del Sha, militantes musulmanes lanzaron una tormenta de muerte, violaciones y saqueos en Irán contra la indefensa minoría Baha’i, una rama hereje de los chiitas musulmanes. La matanza se reanudó en los 1980’s acompañada de torturas y ejecuciones contra la mayoría de los 300,000 Baha’is en Irán, incluyendo mujeres y niñas. Así fue como lo explicó un juez musulmán, “la nación iraní determinó establecer el reino de Dios en la Tierra; por lo tanto, no se puede tolerar a los pervertidos Baha’is como instrumentos de Satanás y seguidores del mal y de los superpoderes.”26
En 2007, los Yazidi, una secta religiosa localizada al norte de Irak, fue víctima de ataques repetidos por kurdos musulmanes. Cuando una mujer yazidi se escapó con un musulmán y se convirtió al Islam, su familia la apedreó hasta matarla para “restaurar el honor familiar”. Por otra parte, multitudes enardecidas de kurdos sunitas utilizaron este incidente como pretexto para masacrar a decenas de yazidi. Un mes después, se descubrió la relación entre una mujer musulmana y dos hombres yazidi, incitando a kurdos sunitas a atacar hogares y negocios de esta comunidad, destruyendo decenas de vidas inocentes. Posteriormente, en agosto de 2007, más de 700 yazidi fueron aniquilados mediante cinco explosiones en lo que resultó ser la peor masacre de la guerra de Irak.27
Los yazidi no son ni cristianos ni musulmanes, sino que hablan una variante del kurdo y son seguidores de una serie de creencias que anteceden al islam. Se les odia en parte porque veneran como deidad al principal arcángel, Peacock Angel (Melek Taus) también conocido por los musulmanes como Lucifer o Satanás.
Los musulmanes, en muchas ocasiones, resultan ser las víctimas y no los victimarios en el interminable derramamiento de sangre perpetrado por aquellos que proclaman que sus corazones están llenos del amor de Dios. En 2002, la ciudad de Ahmedabad en la India fue destrozada por bandas de zelotas hindúes que saquearon comunidades musulmanas, incendiando negocios y asesinando a decenas de víctimas aterrorizadas. Después de la masacre, cerca de 2,000 inocentes yacían muertos en uno de los linchamientos multitudinarios más desastrosos ocurridos en ese país desde su independencia en 1947. Familias enteras fueron quemadas vivas dentro de sus moradas por multitudes enardecidas de extremistas hindúes, que violaron a mujeres y les prendieron fuego, mientras que los niños fueron acuchillados a muerte frente a sus padres quienes de inmediato enfrentaron el mismo destino. De acuerdo con las evidencias, estos ataques no se dieron de forma espontánea sino que fue planeado por los perpetradores con la complicidad de la policía.28
Durante las últimas dos décadas en los Estados Unidos, se han registrado incidentes violentos y homicidas en los que han participado fundamentalistas “soldados de Cristo” que han bombardeado y atacado de otras maneras cientos de clínicas de aborto, asesinando a trabajadores y médicos y causando heridas a muchos otros clientes y visitantes. Asociados con un movimiento que se denomina a sí mismo “Identidad Cristiana”, Timothy McVeigh provocó la muerte de 168 personas inocentes en el bombardeo terrorista en la Ciudad de Oklahoma en 1995. McVeigh enfrentó su ejecución firmemente convencido de que había asestado un golpe a judíos, liberales, no creyentes y todos aquellos que, supuestamente, habían despojado a la comunidad blanca norteamericana y cristiana de sus valores espirituales.29
La violencia y la muerte han estado siempre asociadas con creencias religiosas y han sido promovidas por aquellos que piensan que están cumpliendo con los designios de su deidad. Por lo tanto, es perfectamente entendible que mucha gente pensante sea renuente a reconocer las maravillas del Señor.
Capítulo 7
Creación instantánea y dudoso diseño
El nivel de imperfección que ocupamos está en nuestro camino descendente o ascendente? 'Ralph Waldo Emerson'
Lo que se conoce como “creacionismo” es la creencia de que en seis días, la deidad judeocristiana creó el Universo y todas las especies terrenales incluyendo los seres humanos en la forma terminada como existimos el día de hoy. Por siglos, esta concepción prevaleció en todo el mundo occidental. Incluso después del surgimiento de la ciencia evolutiva en la segunda mitad del Siglo XIX, el escenario descrito en el Génesis continuó siendo la única verdad aceptable para la mayoría de los cristianos.
Dinosaurios en el Génesis
Ya para inicios del Siglo XX, la ciencia darwiniana empezó a ser mejor aceptada por la comunidad académica y científica en los Estados Unidos, aunque no por la gente común y corriente del país. Incluso después del famoso juicio contra el profesor John Thomas Scopes, llamado también el “juicio del mono” (the Scopes monkey trial) en 1925, prevaleció la prohibición de impartir la teoría evolutiva en las aulas, especialmente en la región conocida como la Zona Bíblica integrada por las áreas rurales del sur y medio oeste de los E.U. Durante las décadas de los 40’s y 50’s, editores cristianos conservadores vendieron más de 100,000 copias de libros que denunciaban la evolución y vociferaban a favor del Génesis. En 1965, 40 años después del juicio a Scopes, un profesor en Tennessee fue despedido porque se le acusó de decir a sus estudiantes que la Biblia era sólo una colección de cuentos de hadas. Por otra parte, los años 1980’s y 90’s atestiguaron un resurgimiento del creacionismo en varios estados en los que los reaccionarios religiosos exigían que la evolución fuese catalogada como simplemente una teoría especulativa que exhibía muchos vacíos y que el creacionismo fuese impartido ya sea junto con la evolución o en lugar de ésta.1
Lejos de prevalecer con fuerza, la moderna ciencia evolutiva parece estar pendiendo de un hilo en el ámbito de la opinión pública. De acuerdo con una encuesta realizada por Gallup en 2007, sólo el 49% de la ciudadanía admite la evolución. Otra encuesta demostró que 42% de los norteamericanos aceptan el creacionismo, mientras que varios distritos escolares en todo el país han registrado furiosas disputas sobre la enseñanza de la evolución.2
En 2005, el Museo sobre Historia de la Tierra se inauguró en Arkansas y aseguró a sus visitantes que “los dinosaurios y los humanos sí coexistieron.” Otros museos creacionistas en California y Kentucky igualmente promovieron la misma idea con exhibiciones de tiranosaurios mecánicos saltando entre niños animatrónicos vestidos con piel de ciervo. Otro creacionista afirmó que el Arca de Noé ha sido representada equivocadamente de un tamaño menor al de un transbordador cuando, en realidad, era “muchas veces más grande que el Titanic” y, por lo tanto, con capacidad para albergar a todas las especies de la Tierra incluyendo a los dinosaurios, aunque con toda seguridad se trató de “dinosaurios bebés”. También aseveran que después de que el Arca encalló en Asia central, los animales sobrevivientes repoblaron los otros continentes al flotar a través de los océanos asidos de los “billones de árboles” que fueron arrancados de raíz por el Gran Diluvio.3
Últimamente ha surgido una versión más refinada de creacionismo conocida como diseño inteligente (ID por sus siglas en inglés), la cual argumenta que la espléndida arquitectura los seres vivos y su irreducible complejidad no pudieron ser producto de una evolución desordenada y caprichosa a lo largo de millones de años a partir de formas primitivas, sino que fueron creados tal como aparecen, de manera instantánea por una inteligencia superior. En sus ataques a la evolución, los creacionistas y los propulsores del diseño inteligente demandan que se les ponga un alto urgente. Cito aquí una declaración de la mesa directiva de una escuela anti-darwinista en Dover, Pensilvania:
La teoría de Darwin es [sólo] una teoría…no es un hecho. Existen vacíos para los cuales no hay evidencia…el diseño inteligente es una explicación del origen de la vida que difiere del punto de vista de Darwin…exhortamos a los estudiantes a que mantengan una mente abierta.4
Por su parte, el Papa Juan Pablo II permitió que las investigaciones modernas “conduzcan al reconocimiento de que la teoría de la evolución es más que una hipótesis.”5 Desafortunadamente en 2007, su sucesor Benedicto XVI anunció que “la teoría de la evolución no es una teoría completa ni científicamente probada”, que no puede ser ni rechazada ni admitida y que “encubre sus vacíos y no quiere ver las cuestiones que van más allá de las posibilidades metodológicas de las ciencias naturales.”6
En contraste, el Reverendo George Coyne, Astrónomo en Jefe del Vaticano, perteneciente a la orden de los jesuitas y de nacionalidad norteamericana, declaró que el diseño inteligente “no es ciencia aunque pretenda serlo. Si se desea impartirlo en las escuelas, se debe hacerlo de en el mismo sentido en que se enseña historia, religión o cultura, pero no ciencia”. Al poco tiempo de haber expresado estas opiniones, el Padre Coyne fue retirado como director del Observatorio del Vaticano por el Papa Benedicto.7
Benedicto y los creacionistas tienen razón en algo cuando afirman que hay vacíos en la teoría evolucionista, aunque lo mismo ocurre con todas las teorías científicas trátese de meteorología, astronomía, biología, geología o física. Es decir, la ciencia produce, frecuentemente, teorías que contienen preguntas sin respuesta y generan diversas interpretaciones.
Arrogancia cientificista VS ciencia imperfecta
Existen también aquellos que tratan la ciencia como una vaca sagrada, como el alfa y omega de todo el conocimiento humano. A esto se le conoce como cientificismo, es decir, la creencia de que la verdad sólo puede ser encontrada dentro de los confines de la opinión y metodología convencional, relegando la filosofía, las artes, la estética y muchas otras áreas del pensamiento humano a un estatus secundario del ámbito subjetivo.
El pensador cientificista normalmente se apoya más en el convencionalismo científico que en la investigación científica. Sólo hay que recordar la forma en que los mejores intelectos de la Ilustración Europea ridiculizaban a los campesinos sencillos cuando reportaban la caída de rocas del cielo mientras araban los campos. Todo mundo pensaba que era imposible tomar eso en serio hasta que un grupo de personas que no olvidaron de lo que se trata la ciencia, investigaron y descubrieron unos meteoritos. Es decir, el rígido escéptico cientificista que cree que lo sabe todo, es la imagen en el espejo del rígido creyente religioso.
La verdad sea dicha, no existen leyes fijas ni definitivas en la ciencia. Muchos genios ni siquiera están de acuerdo con el término ley y prefieren emplear la palabra teoría científica, pues está en la naturaleza de la ciencia –cuando ésta se practica de manera óptima—el mantener los hallazgos accesibles a futuras investigaciones y conceptualizaciones, ya que los descubrimientos científicos generalmente abren nuevas áreas de conocimiento y perplejidad.
Sea como sea, todo el conocimiento adquirido hasta la fecha es algo que no se debe desdeñar simplemente porque no ofrece todas las respuestas. El hecho de que una teoría esté incompleta no autoriza a nadie el ignorar toda la evidencia acumulada. La información proporcionada por la paleontología, la geología, la biología molecular y otras disciplinas, ha brindado un gran aporte a la evolución y seguirá enfrentando y contestando los cuestionamientos de los promotores del diseño inteligente (DI).
Esencialmente, la vida depende de su adaptabilidad, lo que significa que el cambio, la complejidad y el desarrollo son componentes inevitables de la naturaleza. No todos los organismos se reproducen con el mismo éxito; la capacidad reproductiva proviene directamente de qué tan exitosamente los seres vivos son capaces de competir por los recursos tanto contra otras especies como contra miembros de su misma especie, además de enfrentar las adversidades de los propios elementos. Sin embargo, la competitividad no lo es todo, pues también la cooperación y la interacción simbiótica entre las especies inducen el proceso evolutivo. Dada esta infinita serie de fuerzas interactivas, es extremadamente improbable que la evolución no ocurriera.
De hecho, la evolución sigue su curso incluso ahora, ante nuestros ojos, tal como queda demostrado con las diferentes maneras en que los virus y otros microbios adquieren nuevas características y evolucionan en versiones más agresivas y virulentas, muchas veces en cuestión de días.8 En suma, mientras que la teoría evolutiva explica la dramática adaptabilidad de los virus y las bacterias, la Biblia es incapaz de hacerlo, así como el diseño inteligente (DI).
Más que una especulación
Hay algo más que decir sobre la teoría científica: cuando los promotores del diseño inteligente (DI) insisten en que la evolución es sólo una teoría y no un hecho, están yuxtaponiendo (contraponiendo) teoría y hecho como dos conceptos mutuamente excluyentes. Esta es una noción comúnmente sostenida por neófitos que saben muy poco sobre ciencia y asumen que, por un lado, hay "datos duros" y por el otro están las teorías insubstanciales que brotan así como así. De manera que se nos aconseja "dejar de teorizar" y emitir especulaciones que, por definición, son más fantasiosas que ciertas.9
Sin embargo, tanto en las ciencias naturales como en las sociales, una teoría es más que una especulación. En otras palabras, una teoría es la destilación generalizable de la investigación empírica; es el resultado de acumular y conectar una serie de hechos pertinentes. Es decir, se requiere de hechos para formular una teoría y, en contraparte, se necesita de una teoría para organizar y encontrar un sentido a los hechos. Las teorías son valoradas por su poder explicativo; una teoría confirmada es a lo que aspira la ciencia y es la regla dorada de la investigación científica. La teoría de la gravedad y la teoría de la relatividad no carecen de evidencias sólo porque sean teorías. El desdeñar algo como sólo una teoría no tiene ningún sentido desde el punto de vista científico. En suma, una teoría no es endeble y, en correspondencia, los hechos no siempre son tan sólidos o determinantes.
Puesto que muchas teorías científicas en todos los ámbitos contienen algunas preguntas sin respuesta ¿por qué los promotores del diseño inteligente han señalado selectivamente a la evolución como la única teoría especulativa llena de vacíos? La respuesta es más que evidente: porque la evolución está en colisión directa con el Génesis. Es decir, si la evolución verdaderamente ocurrió, entonces la descripción bíblica de la forma como Dios creó el mundo en sólo seis días y a los seres humanos en su forma presente, es sólo un cuento de hadas. Y, si el Génesis es un cuento de hadas, entonces qué validez tendría todo el resto del divino dictado que sirve como fundamento inequívoco de la religión judeocristiana?
La respuesta que ofrecen los científicos sobre la evolución es predecible y de alguna forma, incompleta: “No tenemos forma de probar y demostrar la verdad o falsedad de fuerzas sobrenaturales que presumiblemente actúan en la naturaleza”10 Sería mucho mejor si alguien más añadiera: “ni tampoco lo pueden hacer los promotores del DI”. Este es el meollo del asunto. Por supuesto, los científicos no quieren salirse del paradigma fundamental y demostrar causas divinas…pero tampoco lo pueden hacer sus críticos creacionistas.
Este es un aspecto crucial porque la carga de la prueba recae en los promotores del DI: ¿dónde está su ámbito de acción, sus experimentos, sus laboratorios, sus reportes sobre observaciones y su evidencia acumulada para la medición de los efectos del diseño inteligente en las diversas fuerzas naturales y entidades? Es decir, todo aquello que esperamos de una investigación científica en lo que respecta a “datos duros”? Este es el problema con la enseñanza del diseño inteligente: ¿Qué es lo que estarían enseñando? ¿Cómo se podría medir la confiabilidad de lo que se imparte? ¿Cómo podríamos determinar qué es lo que está respaldado por la evidencia y lo que no, si sólo se postula a priori que hay un diseñador supremo detrás de todas las cosas? En las dos décadas transcurridas desde la aparición del DI, éste no ha generado ningún experimento importante o hallazgos en biología y cada vez resulta ser menos ciencia y más una extensa polémica.11
Los creyentes en el DI parecen no darse cuenta de su propia ignorancia científica. Uno de ellos afirma que no hay evidencia de un proceso evolutivo porque “todos los grupos de vertebrados, desde los peces hasta los mamíferos, aparecen [en los registros fósiles] al mismo tiempo.” Nada más falso, de acuerdo con el escritor británico George Monbiot, ya que los primeros fósiles de peces están separados de los fósiles de mamíferos por 300 millones de años.12
Los promotores del DI exageran sobre la “perfección” del ojo humano para sustentar sus puntos de vista. Dicen que dado el intricado diseño de este órgano y su maravillosa función, así como el “acomodo adecuado de sus partes” el ojo nunca hubiese sido posible a partir de un proceso de mutaciones y selección natural al azar.13 Añaden que si la evolución fuese verdad, habría fósiles de animales sin ojos y otros que muestran grados distintos de desarrollo de este órgano a lo largo de los siglos, pero “tales fósiles no existen”. Falso. Dichos fósiles sí existen, asevera Monbiot; el registro fósil muestra a través de los tiempos, innumerables ojos “en todas sus etapas de desarrollo.”14
Los impulsores del DI también afirman que no están vinculados a la religión y, por lo tanto, no requiere de milagros o de un creador y evitan mencionar la malhecha creación de los 6 días y otras narrativas bíblicas. Pero si el DI no es sobrenatural, entonces ¿por qué actúa como un diseño universal en la naturaleza? En qué momento en el proceso de formación de este mundo inacabado, entran los poderes creativos y perfectos del DI? Un diseñador divino reflejado en la naturaleza pero que trasciende lo material y antecede las leyes naturales no es más que “un diseñador sobrenatural.”15 Esto nos regresa al Weltergeist (el espíritu del mundo) de Hegel que si bien me parece un concepto atractivo no es uno que reemplace la ciencia pues es ajeno a ella, como lo es cualquier fuerza espiritual.
Los impulsores del DI se apoyan en el Instituto Discovery, un grupo conservador de Seattle fundado por el magnate de los medios Philip Anschutz. Esta gente muestra su tendencia religiosa en su increíblemente cándido documento interno titulado “El argumento de la brecha” (“The Wedge Strategy”), redactado en 1999 y eventualmente filtrado al público. Este documento afirma que el objetivo final del DI “no es otro que el desterrar el materialismo y su legado cultural” y reemplazar el materialismo científico “bajo el entendimiento teológico de que tanto la naturaleza como los seres humanos fueron creados por Dios”. Los autores de “El argumento de la brecha” culpan a la ciencia por la mayoría de los males del mundo. También acusan a los materialistas de intentar “diseñar a la sociedad perfecta a través del conocimiento científico” empleando “programas gubernamentales coercitivos que falsamente prometieron crear el cielo en la tierra.”16 En suma, el DI ni es ciencia ni es un ámbito de estudio; es un pregón fundamentalista al servicio de una agenda derechista ultraconservadora.
Y en lo que respecta a los creacionistas, no es que tengan preguntas sobre aspectos particulares de la evolución, como ocurriría con muchos de nosotros; en lugar de ello, dicen que jamás ocurrió y parecen estar enarbolando la bandera de la libertad de expresión y la diversidad de ideas cuando demandan que se imparta otras teorías además del darwinismo. De hecho, la teoría de Darwin sobre la selección natural siempre me pareció fundamental pero también una explicación limitada de la evolución. Sin embargo, los mismos propulsores del DI no se interesan en una pluralidad de puntos de vista; tampoco quieren complementar una teoría evolutiva; lo que pretenden es reemplazarla. Así que en 1999, mientras controlaban la mesa directiva escolar en Kansas, retiraron casi todas las referencias a la evolución del currículum educativo. Todas estas referencias fueron restauradas sólo después de que los votantes expulsaron al bloque creacionista en 2001.
La realidad es que existen tantas historias sobre el comienzo del mundo como número de mitologías e historietas tribales. Los creacionistas creen sólo en el Génesis, la única narrativa a la que otorgan un lugar especial en la escuela y la sociedad.
Un diseño menos que impresionante
Si el mundo presente es el producto acabado del DI ¿por qué una gran parte de él nos parece nada inteligente? Como lo mencioné en párrafos anteriores, el divino creador es un mediocre y analizando sus diseños, es realmente un incompetente. Empecemos con el cuerpo humano, cuya fisiología y morfología son celebradas frecuentemente como evidencia viviente de la maravillosa creación de Dios. Sin embargo, una inspección más minuciosa revela que fuimos diseñados como cuadrúpedos pero nos erigimos para caminar sólo con dos piernas, con una curvatura de la columna vertebral que compensa, sólo en parte, la presión vertical. “Tal vez” escribe la teóloga Lisa Fullam “el Dios del DI tiene un lugar especial en su plan para los quiroprácticos.”17
¿Y qué ocurre con la rodilla? Pregunta Fullam…una simple articulación que soporta un peso enorme y que se mantiene unida sólo por ligamentos: un trabajo malhecho que causa problemas incluso a aquellas personas que no son atletas. Y si hablamos de los testículos que contienen nuestro legado genético y que cuelgan de manera precaria fuera del torso, envueltos en un escroto de piel muy delgada: todo porque los espermatozoides necesitan mantenerse a menor temperatura que el cuerpo. “Con toda seguridad un diseñador inteligente podría haber concebido una mejor manera de que los testículos funcionaran bien a la misma temperatura del cuerpo, tal como ocurre con los ovarios.”18
Nuestro desarrollo prenatal también es prueba de la incompetencia del Gran Diseñador. En la etapa embrionaria, todavía tenemos branquias, rabos y vello como el que poseen los simios. Por fortuna, virtualmente todos desechamos esos encantadores accesorios antes de nacer. Esta extraña recapitulación ontogenética[1] de lo filogenético[2] es muy bien interpretada en términos evolutivos pero no así por el DI.19 Otra construcción llena de defectos es el tracto urinario masculino, el cual corre directamente a lo largo de la próstata, la cual tiende a expandirse con la edad, poniendo presión en el proceso de orinar. Este diseño está muy lejos de generar admiración en los ancianos.
[1] Ontogenia : descripción del desarrollo de un organismo.
[2] Filogenia : explica la relación entre seres de distintas especies.
Más preocupante aun es el deficiente diseño de la pelvis femenina que causa que cientos de miles de mujeres embarazadas alrededor del mundo padezcan un proceso de alumbramiento sumamente difícil, que resulta en desgarramientos que pueden conducir a incontinencia permanente, daños al recién nacido o, en algunos casos, muerte de la madre o del niño. Esto, sin incluir las hemorroides, la depresión postparto y otros desequilibrios hormonales generados por el alumbramiento. Ni qué decir del cuello de botella que causa obstrucción entre el tubo digestivo y el aparato respiratorio alrededor de la faringe, ocasionando que cada año, miles de víctimas de todas las edades lleguen casi muertos o con lesiones severas al servicio de emergencias de los hospitales, debido a que la comida “se fue por la tubería equivocada”.
Y hablando de cuellos de botella, no podemos dejar de mencionar la peligrosa cercanía entre el sistema reproductivo y el de excreción. Por ejemplo, la eyaculación en los hombres pasa a través de delgados canales ubicados dentro del mismo accesorio, mientras que a unos cuantos centímetros se encuentra el ano, por si usted no se había dado cuenta. Y como algunos bromean por allí, Dios debe ser un ingeniero civil, pues de lo contrario, ¿quién más podría haber colocado un dispositivo central de desecho junto a un área de placer y recreación?
¿Y quién es responsable de diseñar la compleja y tortuosa configuración psíquica y emocional que nos caracteriza? ¿Cómo podríamos siquiera empezar a diseñar una mentalidad superior que nos impulsara a ser menos típicamente humanos y más humanitarios?
Y dejando el tema de nuestra especie, nos preguntamos si el resto del mundo fue diseñado un poco mejor, pues Dios parece tener un gran afecto por las alimañas, las pulgas, los mosquitos, las garrapatas, los roedores y los virus letales, sin mencionar los tornados, los terremotos, los tsunamis, los tornados y otros desastres monumentales. El mismo Darwin se sintió fuertemente impactado por lo que atestiguó, lamentándose de “los torpes, inútiles, inmorales y crueles actos de la Naturaleza”, comentando también que “No puedo creer que un Dios benevolente y todopoderoso haya siquiera concebido la creación de la Ichneumonidae, una avispa parasitaria, con el expreso propósito de alimentarse de las entrañas de (caterpillars) vivas.”21 Respecto del diseño de nuestro planeta, me quedo con lo expresado por Sam Harris:
Cuando observamos la naturaleza, advertimos una gran complejidad, pero no un diseño óptimo. Lo que vemos es redundancia, regresión, y complicaciones innecesarias; notamos ineficiencias pasmosas que resultan en sufrimiento y muerte. También vemos pájaros que no pueden volar y serpientes con pelvis. Vemos especies de peces, salamandras y crustáceos sin ojos porque evolucionaron en lugares oscuros durante millones de años. Observamos ballenas que tienen dientes en la etapa fetal que luego son reabsorbidos cuando son adultas. Tales características son increíblemente incomprensibles si tomamos en cuenta que Dios creó todas las especies de la Tierra de manera "inteligente"…ninguna de ellas lo demuestra a la luz de la evolución.22
CUANDO LO ETÉREO SE CONVIERTE EN MATERIAL
La Madre Teresa, Juan Pablo y los santos al vapor
Los santos son pecadores que, después de muertos, son revisados y editados. 'Ambrose Bierce.'
Durante sus 26 años de papado, Juan Pablo II elevó a 483 individuos a la categoría de santos, un número mucho mayor que cualquier otro pontífice. Inmediatamente después de saturar de ultraconservadores el Colegio de Cardenales, también quiso hacer lo propio con el mismísimo panteón celestial.
¿Debemos venerarla?
Un personaje al que Juan Pablo beatificó pero no vivió lo suficiente para canonizarla, fue la Madre Teresa, la excesivamente publicitada monja católica romana de origen albanés, cortejada por los más ricos y famosos del mundo y aclamada por su “labor humanitaria” hacia los pobres. Lo que nunca se menciona son las pingües sumas de dinero que recibía de algunas fuentes no tan acreditadas, incluyendo el donativo de un millón de dólares por parte del estafador de Wall Street Charles Keating, en cuyo favor Teresa envió una súplica personal de clemencia al juez del caso. Cuando el fiscal le solicitó regresar el dinero pues éste fue robado a pequeños inversionistas y cuentahabientes, ella nunca lo hizo.1 También aceptó generosas contribuciones del dictador haitiano Duvalier, cuya fortuna fue extraída de las arcas públicas de Haití.2
Sus “hospicios” para marginados en la India y demás lugares, normalmente descritos por los medios como “hospitales” y “clínicas”, eran asilos miserables en los que a los indigentes gravemente enfermos se les ofrecía un sitio para morir.3 El joven médico Marcus Fernándes se quedó estupefacto por las ínfimas condiciones que encontró, expresando que muchos de los menesterosos no morían de enfermedades letales sino de desnutrición, habiendo podido salvarse si se les hubiera proporcionado una dieta saludable que incluyese suplementos vitamínicos. Lamentablemente nunca pudo persuadir a Teresa, quien jamás mostró interés en medicina o en tratar a los pacientes con vitaminas. El Dr. Fernándes también descubrió que el costoso equipo médico que se le donó fue abandonado sin haberse usado jamás.4
Un desilusionado voluntario en el hospicio de Teresa en Calcuta concluyó que “el nivel de calidad en la atención a la salud era atroz”. Por su parte, Jack Preger, médico católico que trabajó con ella declaró que “las agujas para inyectar sólo eran enjuagadas en agua fría después de ser utilizadas y vueltas a usar en otros pacientes, además de que los enfermos de tuberculosis no eran aislados pese a la naturaleza altamente contagiosa de este padecimiento”5 Wendy Bainbridge, una religiosa enfermera que había colaborado en varios hospicios, se quedó boquiabierta ante la carencia de los más mínimos servicios en el establecimiento de Teresa, como aparatos de ayuda para minusválidos, papel de baño: “el sanitario era una coladera abierta en el cuarto de lavado y los desechos eran dispersados con un balde de agua.”6
El Dr. Robin Fox, quien más adelante editaría la prestigiosa revista médica Lancet, publicó una dura crítica sobre las prácticas sanitarias en el Hogar para Moribundos que Teresa dirigía en Calcuta, quejándose de que a los dolientes internos se les negaba analgésicos para dolor severo; las monjas y voluntarios carecían de las pruebas básicas de laboratorio para distinguir entre padecimientos curables y los incurables, además de que su falta de entrenamiento médico generaba errores fatales. Por otra parte, también se medicaba en exceso en algunos casos, mientras que en otros se dejaba de proporcionar tratamientos sencillos pero eficaces.7
Otros visitantes reportaron que los hospicios de Teresa eran “insalubres” y no proporcionaban “ni atención adecuada ni compasión ni afecto.” Las sugerencias para mejorar las condiciones eran generalmente ignoradas. En una ocasión, al preguntar a una de las monjas “¿qué es lo que ustedes hacen para aliviar el dolor de sus pacientes?” ésta contestó: “rezamos por ellos.8
En otra instancia, cuando miembros de su equipo de trabajo trataban de salvar a un adolescente al borde de la muerte, ella bendijo al muchacho diciendo que “no se preocupen, hoy es un hermoso día para ir al cielo.”9 Otro joven voluntario recuerda que en las raras ocasiones en que se llevaban a cabo cirugías, no se anestesiaba al paciente pues se consideraba muy costosa. En su lugar, los médicos decían a los enfermos: “el dolor de Cristo te está besando.”10
Sin embargo, tratándose de sus propias dolencias, Teresa prefería la anestesia a los besos de Cristo, acudiendo a los hospitales más lujosos para recibir atención de primera clase y avanzados tratamientos como angioplastias, tomografías computarizadas, marcapasos, un aditamento especial para su columna y cirugía mayor del corazón.11
En otra ocasión, cuando una planta de Union Carbide derramó pesticidas letales sobre Bhopal, India, en lo que se considera como uno de los peores accidentes industriales que causó la muerte de más de 20,000 personas y lesiones en alrededor de 100,000, Teresa sólo se limitó a una breve aparición ante los medios mientras caminaba entre las sufrientes víctimas que agonizaban por quemaduras en ojos y pulmones, exhortándolos a “perdonar y olvidar.” En otras palabras, a los pobres heridos se les pedía no albergar ningún sentimiento de rencor hacia la conducta criminal de esta empresa. Peor aún, al término de la conferencia de prensa, Teresa dejó Bhopal de inmediato sin enviar jamás a los Misionarios de la Caridad que ella comandaba, para prestar auxilio.12
Teresa se dedicó a viajar por el mundo y organizar campañas contra el divorcio, el aborto y el control de la natalidad. En su visita a Egipto, exhortaba a las amas de casa a “tener muchos, muchos hijos” –en momentos en que el gobierno egipcio estaba tratando de promover la planeación familiar para contener la explosión demográfica del país. En varias ocasiones expresó que jamás permitiría a las familias el uso de anticonceptivos para poder adoptar niños de sus orfanatos.13 Durante la ceremonia en que se le entregó el Premio Nobel en 1979, anunció que “el peor enemigo de la paz es el aborto.” También llegó a declarar que el SIDA podría ser una justa retribución a conductas sexuales impropias.14 Es decir, su preocupación por los nonatos sólo se igualaba a su indiferencia hacia los niños desamparados. Las terribles condiciones que propiciaban la muerte y sufrimiento de niños por desnutrición y enfermedades curables no atendidas en Asia jamás merecieron su atención.
ALTERANDO LA CONTABILIDAD
Teresa jamás rindió cuentas de los muchos millones de dólares que recibió de donativos alrededor del mundo. Una de las monjas que manejaba los fondos en Nueva York estimó que debía haber alrededor de millones en una de las cuentas en un banco de Manhattan, mientras que otras sumas eran depositadas en Londres y el Vaticano. Se creía que el grueso de su fortuna no se encontraba en la India porque la ley del país exigía reportes de auditorías.15
En 1993, a los Co-Workers, una organización de apoyo secular que recaudó enormes cantidades de dinero para Teresa, se les solicitó presentar registros contables de sus finanzas, por lo que ella ordenó cerrar toda la organización anunciando que todos los futuros donativos fuesen canalizados directamente a sus Misionarios de la Caridad, asegurando a todos que esa era “la voluntad de Dios para los Co-Workers.”16
Teresa generaba un flujo continuo de desinformación para promover su propia imagen afirmando, por ejemplo, que su misión en Calcuta alimentaba a más de 1,000 personas diariamente, inflando a veces la cifra hasta 4,000, 7,000 y 9,000. En realidad sus cocinas no atendían a más de 150 seis días a la semana. También afirmaba que su escuela en un barrio miserable de Calcuta albergaba a 5,000 niños, cuando sólo admitía a menos de 100. Tal como lo explicó uno de sus fans, “la Madre Teresa es una de las personas a las que menos les preocupan las estadísticas, diciendo constantemente que lo que importa no es cuánto trabajo se realiza sino cuánto amor se pone en lo que se hace.”17
¿Pero realmente no le preocupaban las estadísticas? Todo lo contrario, dado que continua y consistentemente generaba cifras que exageraban sus logros y todos sus “errores” siempre eran a su favor.
Teresa afirmaba contar con 102 centros de apoyo familiar y nutricional en la India; sin embargo Aroup Chatterjee, un residente por largo tiempo de Calcuta, realizó una aaltamente crítica investigación de sus misiones y no pudo encontrar uno solo de esos centros. En lugar de construir más escuelas, orfanatos u hospitales o, por lo menos, mejorar las condiciones de los ya existentes, Teresa gastó millones de dólares en conventos en todo el mundo, así como en entrenamiento de misioneros. De acuerdo con Chatterjee, cargamentos completos de ropa y comida donados a ella desde el extranjero eran normalmente expropiados por las monjas y sus familias o vendidos a comerciantes locales en lugar de entregarlos a los necesitados.18
A lo largo de los años ocurrieron varias inundaciones y epidemias de cólera dentro y fuera de Calcuta que causaron la muerte de miles. Varias organizaciones de ayuda humanitaria respondieron pero ni a Teresa ni a sus Misioneros de la Caridad se les vio prestando apoyo excepto en una breve ocasión.19
Cuando alguien le preguntó cómo podría la gente sin dinero o poder contribuir para un mundo mejor, ella contestó: “Deberían sonreir más”, aunque a ella rara vez se le veía hacerlo. Durante una conferencia de prensa en Washington, D.C., al preguntarle “¿Enseña usted a los pobres a resignarse a su suerte?” su respuesta fue que la pobreza era una experiencia que limpiaba el alma de los marginados: “Creo que es muy hermoso que los pobres acepten sus penurias y compartan así la pasión (sufrimiento) de Cristo. Creo que al mundo se le está ayudando mucho con el sufrimiento de la gente pobre”.20
La Madre Teresa es el máximo ejemplo de una “santa” que supuestamente ayuda a los pobres pero sin jamás preguntar el por qué de su pobreza. Todo lo contrario: ella acariciaba la miseria en lugar de oponerse a ella. Los desheredados eran sus mascotas sin que jamás pronunciara una sola palabra de condena contra la injusticia social o los poderosos. Una religiosa ex colaboradora suya la describe como alguien que se “confabulaba con los ricos”, viajando la mayor parte del año –hasta 8 meses-- en primera clase y alojándose en hoteles de lujo en Europa y los Estados Unidos, trasladándose en jets privados a Roma, Londres y Nueva York.22 Mientras aconsejaba a los humildes sufrir con paciencia, su propia impaciencia e intolerancia hacia sus colaboradores eran muy conocidas. Las dos veces que la vi en televisión, sonaba más como una gruñona que como una santa amorosa.
Cuando murió en 1997, los desheredados en Calcuta no se amontonaron para acudir a su entierro y las calles permanecieron desiertas durante su procesión funeraria. Aparentemente, la población empobrecida sentía que no le debía absolutamente nada y muchos de ellos jamás escucharon hablar de ella.
Después de su fallecimiento, el Papa Juan Pablo II decidió dispensar el período obligatorio de espera de 5 años antes de iniciar el proceso de beatificación que conduce a la santidad. Este período de espera tiene el propósito de garantizar una evaluación sobria e imparcial después de la cual, cualquier afirmación o argumento a favor del candidato o candidata es sometido a la dura oposición de un advocatus diaboli (abogado del diablo). Juan Pablo pasó por alto todo este procedimiento y en 2003, en un tiempo récord, Teresa fue beatificada, quedando a un paso de la canonización.
Pocos años después, su canonización se topó con un obstáculo cuando autoridades de la iglesia católica que revisaron sus diarios, revelaron que Teresa se vio constantemente asaltada por dudas: “Siento que Dios no me quiere; que Dios no es Dios y que él realmente no existe”, según sus propios escritos. “La gente cree que mi fe, mi esperanza y mi amor se desbordan y que mi intimidad con Dios llena mi corazón...si tan sólo supieran”. Y continúa escribiendo: “El cielo no significa nada” y “Se me ha dicho que Dios me ama y, sin embargo, la oscuridad, la frialdad y el vacío son tan grandes que nada conmueve mi alma...no tengo fe”. Mientras que il Messaggero, el períodico más popular de Roma, publicó el siguiente comentario: “La verdadera Madre Teresa fue alguien quien en un solo año tuvo visiones y los siguientes 50 años tuvo dudas hasta el día de su muerte.”23
Toda publicación que tú creas, está destinada a aparecer aquí
Tus artículos aparecerán en orden cronológico, de modo que lo más reciente estará hasta arriba.
Durante algún tiempo sólo será visible Título, Subtítulo, Autor y Fecha de Creación. El contenido estará disponible hasta que la producción de artículos tenga una "masa crítica"
Artículos con el atributo CONFIDENCIAL no serán visibles. Artículos hechos para enviarse por correo (con el atributo CORREO activado al guardarse/enviarse), tienen por default el atributo CONFIDENCIAL activado y debe desactivarse por el creador, para convertirse en CARTA ABIERTA o PUBLICA.
Los Artículos con el atributo URGENTE, estarán disponibles en Columnas a partir de el 22 de septiembre de 2021
Iniciativa de mexicanos para mexicanos en bien de la soberanía del país.
Openversity, Empremex, Artículo 39, Av. Paseo de los Nogales #5, Fracc. El Espárrago, C.P. 76807, San Juan del Río, Querétaro.
Tenemos varios caminos para que nos escribas, aunque el mejor y más ordenado de todos es mediante participación directa en nuestras plataformas.
En todas puedes aportar directamente, conócelas y participa de inmediato, no hay costo en ninguna.