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SOBRE GENES, MEMES, RELIGIÓN Y POLÍTICA

¿Somos realmente dueños de nuestras acciones y destino?

por Patricia Barba Avila

Introducción

Hace poco, 
Decisiones Complicadas
mientras continuaba con la traducción del interesante libro The Defense Speaks for History and the Future: Opening Defense Statement at The Hague by President of Yugoslavia Slobodan Milosevic,[1] una serie de reflexiones acudieron a mi mente, no sólo en relación con el tema mismo del libro, sino sobre las varias circunstancias y factores que han dado pie tanto al caso en cuestión como a otras miles de situaciones en las que la interacción humana ha mostrado todas sus facetas.

Es importante puntualizar que lo que me impulsó a plasmar mis pensamientos en el “cerebro” de mi PC, fue mi permanente interés en entender el porqué de nuestras reacciones y conductas en diferentes circunstancias, dada la preocupante tendencia que podemos advertir en varios países en lo que respecta al deterioro socioeconómico de las sociedades en el mundo y la dificultad de concretar medidas y estrategias que conduzcan a la consecución de una convivencia social más armónica y progresista. En este tenor, estoy convencida de que mientras no comprendamos nuestra esencia como especie humana y, por ende, la génesis de nuestras reacciones y conductas, nos veremos imposibilitados a consolidar organizaciones que puedan generar acciones eficaces para lograr un verdadero cambio que nos lleve a la democracia y a la justicia social.

En las páginas siguientes me ocuparé de compartir con ustedes algunas de esas tantas reflexiones que me surgieron mientras traducía la autodefensa del recientemente fallecido *[¿asesinado?]* y otrora Presidente del territorio que solíamos llamar Yugoslavia, Slobodan Milosevic.

Los genes VS los memes

Tengo entendido que fue Richard Dawkins el que acuñó el término “meme” para referirse a la unidad evolutiva del proceso mental  humano.  Aparentemente, Dawkins decidió emplear este término para definir el equivalente mental del gen en lo que vendría a ser la constante lucha que tiene lugar en la mente, entre la compleja vastedad  de pensamientos, de los cuales los más persistentes son los que prevalecen, desbancando a otros que compiten contra ellos…diríamos que aquí también tiene lugar un proceso de selección natural [ “la ley del [meme] más fuerte”] en el proceso evolutivo de la espiritualidad/intelectualidad.

Se ha teorizado mucho sobre el importante papel de nuestros genes en el largo y azaroso camino que los seres vivos tuvieron que recorrer para dar lugar a las especies que actualmente existimos en el planeta.  En el muy particular caso de nosotros --los primates que evolucionamos en el genus Homo y la especie sapiens-- los genes, que solían contener toda la memoria indispensable para  desenvolvernos y continuar ganando la batalla contra las agresiones del medio ambiente, se vieron finalmente enfrentados con el hecho de que el entorno cambiaba mucho más violenta y aceleradamente que la capacidad de adaptación (evolución) de las hasta entonces existentes entidades generadas por ellos para perpetuarse.

Aparentemente, tal circunstancia forzó a los genes a “diseñar”9 sistemas y órganos más eficientes y con mayor capacidad de memoria que hiciera aún más viable la tarea de continuar existiendo en medio de condiciones ambientales duras y agresivas. Y entre los maravillosos y complicados sistemas que fueron diseñando a lo largo de milenios, hay uno que se distingue por ser el encargado de controlar a todos los demás órganos que conforman el cuerpo humano (y el de otros primates): la sofisticada “computadora” llamada cerebro, que con toda su complejidad y elegancia, todo parece indicar que todavía no concluye su proceso evolutivo, pues de lo contrario, no estarían nuestras sociedades inmersas en innumerables y sangrientos conflictos.

Lo anterior podría inferirse a partir del análisis de los hallazgos científicos que sugieren que los instintos de agresividad y territorialidad –derivados de uno más básico, el miedo-- no han sido sino estrategias elementales de sobrevivencia impresas en los propios genes y empleadas por nuestros ancestros para subsistir en un entorno sumamente demandante. Sin embargo, analizando en nuestros días el papel de dichos instintos en las actividades humanas, no se puede soslayar las resultantes derivadas de su combinación con la actividad de la corteza, el componente cerebral más reciente y sofisticado, que ha jugado un rol fundamental en la génesis de los memes que en el devenir humano, han venido conformando la cultura de cada tribu o conglomerado social –entendiendo por cultura, la conjunción de credos, tradiciones y códigos conductuales adoptados por cada sociedad. Enfocando lo anterior al análisis del miedo instintivo –a la pérdida de estatus económico, poder, fama, etc.--  que a su vez genera  ambición exacerbada de dinero/poder, conjuntamente con una no menos extrema agresividad que deviene en violencia incontrolada, podríamos decir que los instintos (miedo = territorialidad-agresividad) que en tiempos remotos sirvieron para la perpetuación de la especie, han llegado a ser con el paso del tiempo y la creciente sofisticación del cerebro humano, compulsiones causantes de conflictos sangrientos y devastadores entre los diferentes grupos sociales que han habitado y actualmente habitan la Tierra.

De todo lo anterior se puede inferir una muy estrecha relación entre nuestra estructura genética/neurobiológica y la conducta resultante de las proclividades intrínsecas en cada ser humano al interactuar con su medio ambiente, que, como arriba se menciona, han dado como resultado una amplia variedad de códigos de comportamiento, i.e. credos político-religiosos, expresiones artísticas, tradiciones, etc.

Con todo lo arriba mencionado, la intención de este breve ensayo es establecer clara y sucintamente  que nuestro temperamento, espiritualidad e intelectualidad –entendiendo por espíritu/intelecto, toda la gama de sentimientos, percepciones, memorias, sensaciones y reacciones generadas por nuestro cerebro--  están por una parte, influenciadas y determinadas por nuestra propia infraestructura genética/neurobiológica, y por la otra, por nuestras experiencias. Lo anterior también vendría a evidenciar el estrechísimo y multidisciplinario vínculo que advertimos en la historia evolutiva,  entre ciencias como la física, la química, la biología, la genética, la neurobiología, la psiquiatría, la sociología, la economía política (nombradas en su orden aproximado de aparición en el entorno social).  Para ponerlo en términos más ilustrativos, partiré de la génesis de los seres vivos y su evolución hasta nuestros días:

  1. Física-Química: estudio de la generación de las sustancias básicas que dieron origen a los precursores de los seres más primitivos, en virtud de la fusión en el núcleo de las estrellas de gran magnitud, del hidrógeno en helio, del helio en carbono, del carbono en oxígeno, y así sucesivamente en elementos más pesados y complejos como el silicio, el nitrógeno, amén de la restante multiplicidad de sustancias químicas que fueron surgiendo en esos candentes hornos estelares gracias a la constante acción descrita por Einstein mediante la sorprendente ecuación E=mc2.
  2. Biología Evolutiva: estudio de la constante transformación de los seres primitivos en entidades cada vez más complejas: agrupamiento de moléculas para formar células –en cuyo núcleo quedó protegido el  ADN—y a partir del agrupamiento celular, la constitución de los tejidos, órganos y sistemas cada vez más sofisticados que conforman el organismo humano (y el de otros primates y mamíferos).
  3. Genética- Neurología- Psiquiatría- Sociología - Economía Política - Geopolítica: estudio de la adquisición de una creciente sofisticación en la estructura del cerebro, en virtud del fundamental instinto de perpetuación codificado en nuestros genes, hasta llegar a las complejas sociedades humanas con la cada vez más compleja interacción entre sus  grupos étnicos y los distintos códigos de conducta social y política que han generado.

De manera que los que parecerían tópicos completamente ajenos entre sí, no lo son en absoluto sino que su indiscutible relación se establece después de analizar profundamente todos los factores que han jugado un papel preponderante en nuestra interacción con el medio ambiente y los demás seres vivos (i.e., reacciones o respuestas ante cualquier estímulo, ya sea físico, material o intelectual con el que nuestra mente y cuerpo entran en contacto).

Asimismo, siendo el cerebro el encargado de enviar las órdenes e instrucciones a los diferentes sistemas y órganos de nuestro cuerpo, su función se torna aún más compleja cuando se trata de registrar, interpretar o decodificar cualquier información endógena o exógena que ingresa en él a través de los sentidos, para posteriormente preparar una reacción o respuesta, es decir, lo que comúnmente conocemos como la resultante de los factores: temperamento innato + experiencias vividas + enseñanzas paterna/materna y académica= personalidad o carácter de cada individuo.

Temperamento e información externa: formación del carácter y sistema de creencias.

Sabemos que el carácter de una persona suele definirse como la combinación de su temperamento (forma innata de reaccionar) y la información que recibe de su medio ambiente (familia, conocidos, maestros, etc). Empezaré aquí con la unidad social más básica: la familia y lo que ocurre dentro ella.  Con respecto a la interacción social, no sólo observamos una amplia diversidad de razas con sus propias idiosincrasias, credos y costumbres, sino que cada familia dentro de cada pueblo, registra diversas formas de pensar de sus miembros derivada de su muy particular procesamiento o asimilación de las experiencias que vive en el seno de su círculo familiar y entorno inmediato.  Es decir, la amplia gama de percepciones, interpretaciones, puntos de vista que se van formando en nuestra mente son el producto de nuestra muy subjetiva forma de interpretar lo que escuchamos, vemos y, por ende, aprendemos de nuestros padres, hermanos, maestros, amigos, conocidos, etc.

Religión y Política:  Tabúes que no deberían serlo

Con más frecuencia de la deseable, hemos escuchado que “de religión y política es mejor no hablar”, pues esto genera conflicto y una interrupción en el diálogo. Sin embargo, desde mi punto de vista, ambos son temas de absoluta importancia para todo ser humano, no sólo porque se refieren a nuestra muy personal forma de responder ante lo que día con día experimentamos en nuestro entorno, sino también porque tienen que ver con la explicación que nuestro cerebro encuentra para los fenómenos que nos rodean.

Antes de enfocarnos directamente a la intrínseca relación entre nuestras creencias y convicciones y nuestras características genéticas, es importante hacer notar que nuestras inclinaciones religiosas y políticas no sólo son atribuibles a lo que nos han enseñado desde nuestra infancia, sino muy probablemente también a una disposición muy particular de nuestra mente para adoptar o rechazar dichas enseñanzas (ideas o memes, que generan a su vez otros memes).

En términos generales, todos nosotros hemos recibido de nuestros padres, no sólo una mezcla de sus genes, sino el mismo tipo de información (conjunto de memes), que cada uno interpreta y procesa en forma diferente dependiendo no sólo de las muy específicas y personales características cerebrales, sino de una muy individual combinación de las experiencias que vivimos mientras crecemos. Todo esto hace suponer que no sólo la enseñanza que los padres imparten a sus hijos juega un papel fundamental en su forma de percibir y procesar la información que ingresa a su cerebro, sino que parecería ser que existe una predisposición genética, innata, hacia lo religioso y/o sobrenatural VS lo no religioso, en distintos niveles.  Es decir, el tipo de respuestas que cada quien busca para los fenómenos que presencia, varía: para los que tienen proclividad innata hacia lo sobrenatural, las respuestas que las distintas religiones y tradiciones proporcionan para dichos fenómenos, son satisfactorias, mientras que para los proclives a lo comprobable científicamente, las respuestas que no pueden sostenerse con argumentos científicos y demostrables, simplemente son insuficientes y, por ende, inaceptables.

Donde se unen la religión y la política y las consecuencias que este matrimonio ha generado en la historia de las sociedades humanas.

Dada la proclividad hacia lo religioso/sobrenatural que impera en una enorme mayoría de la población mundial y la consecuente consolidación de las diversas y poderosas instituciones eclesiásticas, la historia ha mostrado en repetidas ocasiones que la religión y la política son actividades estrechamente vinculadas entre sí –y hay quienes sostienen que son la misma cosa.  Aún antes de la fundación del Vaticano por el emperador Teodosio en el siglo IV, como entidad de poder político e incluso, militar, ya se había generado este “matrimonio” en diversas sociedades, en virtud del cual los estratos gobernantes de reinados o imperios recibieron el fundamental respaldo y/o patrocinio de los poderes eclesiásticos. Para dicha consolidación de la iglesia como jerarquía de dominio político-social, las distintas religiones han tenido que contrarrestar y combatir por todos los medios posibles –que han incluido la tortura y asesinato de miles de seres humanos—cualesquiera ideas o hallazgos científicos contrarios al credo que imparten y sostienen. Hay que decir, por otra parte, que la evidente coalición [¿complicidad?] entre jerarquías políticas y religiosas no se ha circunscrito solo al cristianismo –y todas las vertientes que lo integran—sino a otras religiones masivas como el islamismo, el judaísmo y el brahmanismo.  Hurgando en el devenir histórico, incluso se puede advertir un sincretismo entre las tradiciones religiosas, por ejemplo, de los judíos, los musulmanes y los cristianos, en virtud de las constantes invasiones y conquistas de unos y otros.

Podemos citar innumerables casos en los que la alta jerarquía eclesiástica ha jugado un papel histórico preponderante en la disolución de regímenes –ya sea monárquicos, dictatoriales o republicanos.  Sin embargo, me concentraré en uno de los más emblemáticos y recientes:  la destrucción de la antigua Yugoslavia, en la que Alemania, Estados Unidos y el Vaticano combinaron fuerzas para disolver esta antigua república federada en pequeños paisitos debilitados y sin posibilidades de mantener una infraestructura que asegure el bienestar de sus diversas poblaciones sin la intervención de consorcios extranjeros que han salido enormemente beneficiados en sus intereses financieros. No abundaré más en los sórdidos detalles que originaron la desaparición de la antigua Yugoslavia y de su presidente, Slobodan Milosevic, los cuales pueden ustedes encontrar en el libro mencionado al inicio de este ensayo.

No obstante lo anterior, es obligado reconocer a los pastores o sacerdotes con mentalidad progresista y genuinamente inspirados por lo más rescatable del cristianismo (solidaridad con otros seres humanos, ausencia de codicia, apertura de mente hacia los hallazgos científicos y el conocimiento, etc.) que se han transformado en los exponentes de la Teología de la Liberación.

Epílogo

En la coyuntura actual en la que no sólo nuestra América sino otras naciones del mundo enfrentan una crisis financiera, social, y de pérdida de valores de dimensiones sin precedentes, es de gran pertinencia que las sociedades se detengan a reflexionar seriamente sobre su enorme responsabilidad en el manejo de la política, la que hasta ahora, salvo un puñado de países que se han sacudido el control de lo que se conoce como neoliberalismo (y los intereses nocivos que representa), han dejado en manos de un puñado de hombres sin escrúpulos, que se han puesto al servicio de una elite formada por un pequeño grupo de familias dueñas de fortunas incalculables, que son las que, por décadas, han manejado a su antojo, el destino de millones de seres humanos condenados a una muerte lenta y cruel por inanición, enfermedades curables no atendidas y una explotación infame.

Nos encontramos en un momento crucial en la historia del planeta y la decisión está ahí, esperando por nosotros…¿seremos capaces de asumirla?


1.Cita 'Habla la Defensa para la Historia y el Futuro' .- Discurso con el que el Presidente Slobodan Milosevic inició su defensa ante el Tribunal contra crímenes en Yugoslavia.

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